martes, 26 de mayo de 2009

Aprender a ser feliz

Durante toda mi vida he querido ser feliz de una forma tan obsesiva que ha llegado el punto en que he derramado hasta lágrimas. Parece ser que todos nos contagiamos con el virus del proyecto para ser feliz sea de la mejor manera que sea, en algún lugar o momento adecuados. Mi camino, no es ejemplar en felicidad ni muchísimo menos pero guardo instantes tan entrañables que la melancolía los hace más hermosos aún si cabe; convierten a la tristeza en manantial de riqueza al igual que la alegría para pensar en seguir adelante de la mejor manera posible. Abrigarnos con sentimientos que arropan lo que alguna vez sentimos con una melodía, el gesto de alguna persona o el suceso de algo, se convierten en magia y todo ello se torna en algo tan entrañable que no lo queremos soltar. Pensando y leyendo lo que llevo escrito, aparecen imágenes del pasado que me hacían un nudo en la garganta: En la navidad, en la enfermedad de algunas personas, en la precaria situación de quién vive en la miseria...en querer que alguien me tome en cuenta cuando más lo necesitaba... Sin duda la vida nos da momentos de tristeza que despiertan cosas bellas en nuestro mundo interior.
Desde siempre he sido buen escuchador de quién me hablaba y lo que más me llenó de razón, fué el silencio de quién da ejemplo al callar. Los que somos solitarios hacemos más o menos lo que nos da la gana y he de admitir que yo nunca quise vivir así. No hay nada más hermoso en este mundo que la gente y su vida; lo que piensan y comparten su saber como un libro abierto: Eso me lo da mi trabajo de taxista. Con el tiempo voy recogiendo frutos del pasado y me dejo llevar por todo aquello que me sorprende en el día a día. Después de tanto tiempo, entro en el otoño con un manojo de tristezas que ahora me ayudan a vivir. Me hubiera gustado una barbaridad que la felicidad fuera lo que soñé siendo inmaduro pero, he de admitir que sonreir constantemente es motivo de coger más virus que respirar por la nariz.
La razón que me lleva a querer esta vida he de deciros que aún no la se. Son tantas las cosas que influyen y bullen dentro de mi que a pesar de mi semblante apagado, el pensamiento se mueve tanto como las colas amputadas de las lagartijas. Nuestra vida interior es reflejo de lo que dice la mirada pero más fiel aun es nuestra imagen en un espejo. A veces me quedo mirando a mis ojos y noto un pozo de tristeza allá donde no es fácil llegar; tan frágil como pueda ser el vidrio de una bombilla. Me escucho y procuro aportar al corazón lo que no dicen las palabras... Pienso que esta vida tiene más momentos enriquecedores que alegrías en toda su extensión. La tristeza clava su aguijón cuando más indefensos estamos y su sangre, es el sentimiento que se derrama y puede que nos ayude a tomar la lección de lo que no se sabía antes.
He conocido a personas en situaciones nada agradables. Pedían una solución a su pesar y no había respuesta. Es cuando lo trágico no es simple tristeza, sino una cruz que puede desembocar en lo peor. Uno se siente impotente ante ese dolor porque alguna vez, yo también lo sufrí...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribes lo que sientes pero describes lo que sentimos todos. Eso solo lo hacen bien los buenos escritores y los poetas. Suerte de leerte.
Pepe