sábado, 6 de junio de 2009

Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora

Esta noche, desearía que cuando cerrara los ojos no fuera una noche más para el olvido y que, todo lo que siento, se anclara en lo más profundo de mi ser para volver mi sueño realidad.
Con frecuencia siento cosas que le pasan a muchísima gente y veo sucesos que castigan y hieren a las personas... dolor y desdicha no son significados ajenos a nuestro conocimiento. Cuando brota la sangre en nuestras heridas y no encontramos a quién nos libre de nuestro estigma, se echa de menos pisar con fuerza el suelo para soñar a la carta como cuando comemos en los restaurantes. Con demasiada frecuencia mi corazón va descalzo clavandose espinas y mi vida solo tiene el sentido de cumplir con mis deberes...y lo hago, pero, cuando busco un sustento en seguir adelante, parece como si todos los cimientos se volvieran aire. De vez en cuando en la vida encuentro a alguien que me tiende una mano. Sus palabras nacen de la experiencia y de la vida bién vivida; se agradece su calor y no sé por qué, damos un brinco tan alto como las nubes y todo lo que se sufre, cómo os diría... se hace un premio en el corazón para decirnos que somos más personas; que esta vida y la que viviremos, jamás dejará de recordarnos aquello que hicimos por la sociedad y por alguien en particular: Será nuestro premio Nobel más personal.
El mal de muchos no es consuelo de tontos. Desde hace algún tiempo no me gustan las frases hechas. Pienso que la persona pierde su propio criterio y que el consuelo de tontos, es motivo para pensar que es necesaria una revolución. Lo más bello de esta vida no está fuera de nosotros sino, en nuestro pensamiento. Creo que el espíritu de sacrificio se va perdiendo aún más cuanto mejor vivimos.
Hace un momento he leido algo que me puso el vello de punta. Lo dice una MUJER. ¿Quién sino?. Ella está destrozada por motivos de la vida y araña sobre el cemento el amor que es capaz de sentir; pelea por su sueño..."Empecemos de nuevo pero no sueltes mi mano. prestame la llave de tus oidos y toca mis ojos hasta reventarlos para que veas lo abiertos que están. Pillate los dedos porque esto es lo que sentimos una vez y aún creo en tí. Sal, vete lejos de esta casa, vuelve conmigo y yo, te tendré preparado un café. Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora".
Esta noche, mis pasos vuelven a caminar descalzos y puedo cometer la locura de dar un grito en aquel lugar donde todo está vacio, donde la mujer que quiero dice en mi imaginación: "Sueña feliz que yo me encargaré de cruzar contigo la vereda. No esperes más de mí. Si caes, caemos los dos".

Namyra y yo.

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