miércoles, 13 de noviembre de 2013

Allá donde estes...


Las lágrimas fluyen a partir de un hondo sentimiento. En momentos determinados, vuelven a nosotros gente imborrable y detalles que vivimos muchas veces sin saber el por qué. Me conmueve la nobleza de nuestro corazón por valorar a esos seres queridos que se fueron sin quererlo pues, murieron y nos dejaron...
Son tantas las cosas que queremos decirles; tantos los pensamientos que quedaron en el recuerdo; tantas las deudas de amor por cumplir, que la muerte tiene con nosotros una deuda impagable. Las escenas más sencillas, tienen ese significado que aumenta más cuando más las echamos de menos.
Reparar nuestras faltas cometidas con las palabras justas que ellos nos enseñaron; volver a vivir de corazón para afuera lo que jamás les dijimos por quererlos tanto. Mucha gente que se fué, nunca se fué para siempre al menos, mientras nosotros vivamos.
El dolor y el buén amor nunca se riñen. Le damos miles de vueltas a las cosas pasadas. Ahondamos por tener una calma que nos deje en paz pero, ese ser querido, tan sólo nos espera allá en el cielo. La gente que es creyente, saben que lo encontraran de nuevo y entonces, solo entonces, las deudas se saldarán mejor que aquí...
Mi amiga Ángela sabe muy bién que es el amor. A veces la he visto llorar por cosas pasadas y este texto, se lo dedico a ella.

Para Ángela con todo mi afecto.




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