lunes, 16 de noviembre de 2015

Newman


El inspector Newman revisaba contantemente su vida. La imaginación y la memoria no le dejaban en paz. En aquella habitación de paredes húmedas, chinches en el colchón y cucarachas en el baño, se podrían definir perfectamente la podredumbre del ser humano.

Estaba a punto de jubilarse por problemas estomacales. La calle no cesaba con el claxon de los coches y la sirenas de policías y las de ambulancias...Su vida no fué un ramo de flores recién cortadas. En su corazón había muchas heridas y cicatrices inclasificables como en el departamento; demasiadas para llegar a la vejez con buena salud mental. La botella de whisky estaba a medias como su intriga en resolver aquel caso mas, odiaba tremendamente dejar aquel caso de criminales, chantajistas y proxenetas por tener con ellos una deuda de juventud...

Sonó el teléfono celular, era aquella chica que conoció en el Hotel Marley. La pobre no sabía como expresarse de la mejor manera pero, le dijo que estaba embarazada; que en sus manos ponía la responsabilidad del aborto pero que, lo amaba como a nadie había amado. A Newman le resbaló una lágrima quizás de inocencia, quizás por recorrer su mundo infantil y apechugar con el hijo que se gestaba...La citó a las 10 de la noche en el distrito Old Smith para hablar del asunto paterno; le dijo que la echaba de menos, que se pusiera aquel liguero que tanto le gustaba...

El estómago no le dejaba en paz. Sentía ganas de vomitar de nuevo aquella sangre viscosa y lo evitaba mirando la sombra de aquella lámpara donde la sombra y la luz, jugaban con su lado sensible de artista, a la vez feroz, a la vez para pederse lo más lejano y solo posible a la contracción de su vientre...

De un trago se bebió dos vasos de J&B  y al poco la cabeza de daba vueltas y más vueltas por el caso que dejaba, el hijo que esperaba y la vida cumplida a los 53...Hizo su equipaje y antes de apagar la luz de la lampara, se miró al espejo con mirada perdida de perdedor...

Llamaron a la puerta de la habitación, le subían el almuerzo. Dijo que no lo quería , que se largaba de aquella ciudad para siempre para vivir con su mujer y su hijo una vida mejor.

Volvieron a llamar más insistentemente y el, medio borracho, no tomó precauciones. Nada más correr el pestillo de la puerta alguien la empujó y le pegó dos tiros en el pecho.

Arrastrádose como pudo cogió de encima de la cama el celular y llamó a su amor:

- ¿Diga? ¿Dígame? ¿Eres tú Newman?

En una convulsión de su vientre, de su boca emanó más sangre viscosa como su sentimiento...




4 comentarios:

BEATRIZ dijo...

Ah, que buena sintonía. Los conflictos de la vida dando para la locura, como en la vida real. Siempre me satisface leer sobre detectives y crímenes sin resolver. Un regalo.

Saludos.

Tatiana Aguilera dijo...

Un perdedor y su último aliento. No alcanzó a reinventar su existencia. La vida es así, a veces, no suele dar segundas oportunidades.
Abrazos. Muy buen relato.

Amapola Azzul dijo...

Buen relato. Besos.

maduixeta dijo...

Que triste historia, que bien la explicas.
una lluvia de besos