martes, 1 de noviembre de 2016

El extranjero







Cuando el destino saca a la gente de su patria, la enormidad del camino con sus sin sabores espera hasta encontrar un nuevo hogar...


A el le llamaban "El extranjero". Tenía la piel oscura y manos trabajadas. Fumaba cigarrillos que el mismo se liaba y nunca fijaba la mirada en nadie salvo cuando saludaba...

En el pueblo le decían todos el extranjero porque todos los del pueblo tenían sus apodo o, "motes" y el no iba a ser menos. Los niños intentaban enfadarlo y le gritaban lanzádole alguna piedra pero, el seguía impasible; como una roca o un canto rodado cansado de rodar y rodar pues estaba acostumbrado al dolor.

Cuando alguien le tendía su mano notaba en su palma el calor de la suya, la mirada fija en la otra mirada y la voz suave, ni mas alta ni más baja, sólo voz...se presentaba. Se llamaba Ismael González y cuando le preguntaban su procedencia, decía que prefería mejor hablar de su destino.

Alguien lo invitaba a café o le daba comida. Vivía en un piso abandonado que reformó con la ayuda de la gente o las cosas que se encontraba. Verlo durante el día era ver a la ausencia plantada en su silencio; en su misterio con soledad que curiósamente era agradable al contacto de la gente.

Llego al pueblo un día cualquiera empapado de lejanía; pidiendo como un pordiosero en los huesos como estaba del hambre al que la gente del pueblo y el cura lo atendieron. Trabajaba a cambio de poco dinero cuidando jardines, ayudando al sepulturero o en la plaza los sábados para limpiar los suelos llenos de desperdicios.

Yo quise acercarme más de una vez. Me imaginaba el peor de los destinos con la profundidad de su alma que además se me antojaba llena de luz; preguntarle sobre su pasado y qué era lo que esperaba en aquel pueblo donde los niños lo apedreaban. A veces se sentaba en un lugar apartado del Bar de Benito pero no era para no molestar, era por soledad elejida mientras la gente con la copa o el café, contaba su día a día sin apenas reparar el el.

A María "la tendera" le daba mucha pena su soledad. Sabía que era hombre noble por naturaleza y ella se sentía tán sola. A veces por la calle le daba algun dinero para que se comprara ropa o se tomara un café, no sabía qué hacer para cercarse a el. Ella rondaba los cuarenta años con su sentimiento cargado de soledad, sin familia ni nadie a quién atender. Temía de las habladurías y por eso mismo guardaba a veces la distancia. Era la solterona del pueblo como si aquello fuera su sino delante del televisor o atendiendo su tienda.

Ismael cayó enfermo: un resfriado mal curado y ella se lo llevó a su casa, no importaba lo que pensase la gente.

Pasaban los días con habladurías  y María tenía ojeras de tanto llorar pero, sus vecinas la aceptaron y hasta la ayudaron. Con todo ello Ismael se enamoró locamente de ella y ella de el. Le contaba las historias más increibles de su vida pasada; de como la vida le fue dando una coz de caballo a cada paso donde el tan solo buscaba descanso y ella, escuchándolo con el corazón abierto, le entregó una noche su amor sin condiciones...

A María no le vino la regla. Ismal encontro trabajo de jornalero en el campo y quieran que no, nació a los nueve meses un niño de piel morena y mirada azul. No había más felicidad en María e Ismael que aquella criatura...y pasaron muchos años de felicidad hasta que se hicieron viejos y a sus nietos, su hijo les puso los nombres de los abuelos recordando aquel romance de un hombre que vino de ultramar...



11 comentarios:

Sara O. Durán dijo...

Una historia de amor, muy bien contada, de un par de solos que debían encontrarse para compensar las tristezas pasadas, que nos pone de relieve que siempre hay posibilidad de amar. Solo hay que abrir el corazón.

Adriana Alba dijo...

Nostálgico relato y además conmovedor.
Cariños.

dijo...

Qué bonito todo el cuento,la historia,incluso la poesía que se desprende en cada frase!!
AL dolor no se acostumbra uno,si no que se lleva sobre la espalda.
Hay una enorme fuerza que te llena el corazón cuando dices :" si alguien le daba la mano,él notaba su calor y la mirada fija en la del otro".Es todo un mundo que daría para hacernos pensar en ello con más profundidad.
Muy bonito
Besucos

Ernesto. dijo...

Una historia de vida natural...

Un abrazo.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola, Buscador!

¡Que relato mas lindo, Chico! A pesar de las penurias que pasó el pobre Ismael. Nunca sabremos lo que el destino nos tiene preparado, ni tampoco la edad para encontrar la verdadera felicidad, por lo tanto debemos conservar la esperanza a toda costa y con perseverancia.

Te felicito, has plasmado muy bien cada detalle.
Te dejo mi inmensa gratitud y mi estima.
Un abrazo y se muy -muy feliz.

Susana dijo...

Precioso relato. Ojalá todos tuvieran este final feliz. Un beso.

Josefa dijo...

Precioso relato. Me he emocionado. Menos mal que al final fueron felices los dos. Me encantó.
Un beso.

Amapola Azzul dijo...

Qué bonita historia. Me encantò.

Enhorabuena.
Besos.

Pluma Roja dijo...

No sé por qué me imagino que estas historias abundan. Muy bonito tu relato.

Saludos.

Sara O. Durán dijo...

Te respondí a tu correo.

Meulen dijo...

hermosa historia

a veces el derrotero de la vida
te lleva al lugar exacto
donde crecerás...