domingo, 21 de enero de 2018

La máquina tragaperras




Ella donaba dinero a cualquier causa. Se ofrecía a San Antonio y a las Santas Misas; consultaba a Santa Teresa de Jesús cuando compraba una vela de oro para San Mateo pues al final todo este periplo, su vida consistía en pedir y pedir para un futuro que apenas llegaba, tan solo para un respiro de ilusión en la dádiva. Gastaba su dinero con adivinadoras y pitonísas por saber de algún interesado en ella y los calcetines cada mañana, se los ponía del revés los días impares que coincidían con las fases de la Luna. Pero, poco a poco su cuenta bancaria fué menguando de forma alarmante hasta quedar con la nada mas absoluta. Se vió en la calle con dos maletas de piel cargadas de sueños rotos; sedientas de una esperanza y una realidad más aun cruel por la soledad...

Su adivino se compró un Mercedes descapotable. La congregación del buén espíritu de Santa Teresa tenía ropa de marca y a los Santos de las iglesias les lucían en las manos abalorios que ella les había ofrecido...El negocio de las dádivas iba cada vez a más y más pero ella cada vez a menos. Pedía limosna por las calles y lloraba en soledad cuando dormía en los portales de las casas; nada podía hacer en su indigencia mas que llorar y llorar.

Iba a misa para perdir y de misa en misa la enviaban a otro sitio donde no la escuchaban. Mendigaba  a los videntes y tan sólo le daban bendiciones en lugar de dinero. Herraba por las calles desoladas de todo aquel que diera una limosna al pobre hasta que un día, la encontraron en un parque. Parecía dormida y estaba muerta...El forense la desnudó con una desnudez llena de colgantes, amuletos, pulseras y símbolos inertes que la llevaron a esa muerte.

...mientras el negocio de las dádivas resplandecía y los curas ofrecían misas según cuán sentidas eran en lo metálico y los adivinos, se apiadaban del mejor donativo monetario...

Ella fué la noticia de un día en el diario provincial y desde entonces, nadie más habló de ella.

 Conocer la necesidad hasta que uno se queda sin nada es conocer el engaño de su propia mentira. Los inocentes se dan cuenta de la realidad de las cosas quizá demasiado tarde.

No tenía dineros ni techo donde dormir. Preguntaba por el futuro sin esperar aquel presente que venía cargado de la nada...




4 comentarios:

jfbmurcia dijo...

La historia interminable....Te mando un abrazo dadivoso...

Ángeles dijo...

Una historia muy real y muy bien narrada, al leerla he pensado en algunas personas que se han metido en este mundo de adivinos y supersticiones y han terminado muy mal.
Buscador, tiene la capacidad de introducir en lo que narra, a quienes lo leeen y esto incluso en poetas reconpocidos, no lo hace cualquiera, porque es una facultad que sale del alma y llega al alma.

Feliz domingo y un abrazo
Ángeles

Susana dijo...

Triste historia. Un Beso.

Ame dijo...

El problema no solo radica en la persona creyente al extremo y supersticiosa hasta la médula, es entrar en un círculo vicioso desde que naces, porque pareciera que todo viene de fábrica pero no es así, es la familia, la sociedad quienes nos van conduciendo por un camino "recto" que casi bordea el fanatismo.
Yo soy católica por herencia y sólo eso, no soy supersticiosa, pero he visto cosas como la que mencionas, en alguna ocasión, estando de vacaciones, me invitaron a asistir a una iglesia, la vi extraña, la vi muy distinta a lo que recordaba y lo que vi ahí me dejó sorprendida, gente cantando, gente bailando y haciendo mucho ruido, era lo que se conoce por aquí como iglesia protestante, el pastor entre más fuerte hablaba, la gente más se emocionaba y abrían sus carteras en el momento que jovencitas pasaban sobres por cada uno de ellos y este hombre diciendo, "Despojense de todo", etc., demasiado para mí, pero lamentablemente hay muchas personas que lo creen.

Un saludo, Buscador