martes, 1 de septiembre de 2020

Amor

 

 

 

 Esta mañana he paseado por Córdoba. El día estaba nublado y hasta hacía buena temperatura. Arriba en el cielo, la nubes desfilaban y el amanecer por la carretera se tintaba de tonos rojizos y anaranjados en rasgos de nubes que las lleva donde vaya el viento...Por la acera la gente también desfila con la mascarilla. Hay miradas que buscan mis ojos y mi ojos que se detienen en una mirada...a veces los pasos perdidos son los mejor encontrados. El mundo desfila cubierto por la mascarilla de moda. Las hay con labios pintado, con cadaveras, a rayas, negras, planas y terminadas en pico, con la bandera de España y hasta algunas que sabe Diós desde cuando la usa ese tipo que se cruza conmigo porque está llena de manchas...Entro en un café y cuando me quito la mascarilla parece que respiro gloria y a limpio. El café es bueno pero la camarera está preocupada pues también tiene que pagar el alquiler del local. Hablamos de cosas cotidianas. Salgo a la calle de los pasos perdidos; casi ausente de todo menos de las miradas con quien me cruzo y me detengo en el llanto una niña que lleva en su mano su mascarilla rota. Todo parece más triste. Quizá es la llegada del otoño. La gente parece preocupada y al entrar al parque de los patos, me siento en un banco destanciado de una mujer mayor que le da de comer a las palomas. Parece que la conocen. Pasan debajo de sus piernas casi rozándolas con movimientos inquietos...y van llegando más y más palomas cuando veo en su mirada algo que no se oculta con la mascarilla y esa palabra es: AMOR...

Si no fuera por los coches, la calle se llenaría de silencios...

 

 

 

 

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