El paso del tiempo tiene sus amigos y sus enemigos. De cualquier forma todo el mundo lo quiere controlar pero además de ser invisible, no hay forma de pararlo...No hace mucho me compré a un precio "módico" el reloj de mis sueños por ser exacto. Si escuchas su tic tac, si te miras al espejo, el tiempo te atraviesa y te persigue allá donde vayas. Si pones la mano en tu pecho sentirás el bum bum de tu corazón; ese reloj nunca te puede fallar. Nuestro reloj interno desde hace una edad ya no es exacto porque corre más de la cuenta. Nos hacemos viejos a pasos agigantados y a veces lo llevamos mal. A lo largo de la vida ganamos y perdemos cosas y personas. En mi caso hay una cosa que nunca me ha fallado y eso es la música. Tengo cientos de discos y muchos de ellos, en algún lugar del tiempo me han dejado una huella eterna...
Hoy fui por mi madre a Córdoba para llevarla a Antequera. Durante el camino no dejaba de hablar de cosas dulces que había vivido durante todos esos días; parecía una niña con su regalo bajo el brazo. Me comentaba a la gente que conocía en el centro de día; que le hacían rehabilitación, que comía muy bien y que a sus compañeros les encantaban que les cantara esas canciones que ella lleva en su corazón...Durante el viaje me decía: Domin mira ese árbol que flores mas bonitas tiene o, esta canción de la radio no me gusta nada...y tenía razón.
Pasan los años para todo el mundo y cuando sean las doce de la noche, mi madre volverá a estar de parto para tenerme a mi porque la amanecer del 27 de julio yo volveré a nacer. Mi amigo Raimundo me lleva solo unos días y me dice que ya no va a cumplir más años...Sin embargo, este reloj que llevo en mi pecho volveré a sentirlo bombeando sangre y esa sangre, lleva la identidad de mi padre y de mi madre en mi grupo sanguíneo además de tantas cosas que heredamos de ellos.
Mañana cumplo 56 años y si Dios quiere, sigo contando...