Un día apareciste en mi corazón sin previo aviso y algo cambió en mi para siempre. Nunca te busqué pero encontré en tu corazón un trocito del mío. Me sentía identificado y hasta me hacía gracia mientras en el motor de mi corazón algo se fraguaba...Pasaron los días y ese mismo milagro volvió a suceder pues otro trocito de ti, estaba en mi. Te sentía como si te tocara mientras volabas por mi interior con esa empatía que recién estaba descubierta en mi. Mi mundo interior cambiaba, necesitaba de esa droga por sentirte y también tenía miedo a sufrir...
Pocos días después el milagro de sentir a otra persona también se produjo y comprendí que este mundo teje una red de sentimientos invisibles como si caminásemos por una sensibilidad especial que nos mantiene unidos. Comprendí que el milagro de existir es un respeto; una mano que se da donde muchas veces lleva directamente al infinito. Soy una mota de polvo; un germen que guarda en su interior el infinito donde el amor impera sobre todo...
Pasaron los días y volví a sentirte. Algo maravilloso eclosionó por acercarme un poco más a ti pero tu estabas ausente mientras esa riqueza la derrochabas quizá ausente de ti misma y, surgió en enamoramiento de una forma natural...
Pasó mas y mas tiempo. Yo seguía sintiendo a mas personas recolectando sentimientos pero, también sentía la soledad pues era un chico cerrado para mis adentros; espectador del corazón humano y del mío propio al hallar tanta riqueza en la sencillez que tu florecías por encima de todas las personas...
Tuve vocación de cura, quise ser fraile y quise ayudar a la gente que con su corazón atravesaba el mío pero tú, solo tú, convivías conmigo en el día a día pues tuviste la llave de ser quien soy.
Han pasado los años. Vivo en mi última residencia: El Vaticano pero, mi amor terrenal fuiste tu con tu corazón que abrió el mío. Con los años cumplidos me han elegido Papa y esta carta se abre al mundo. He conocido directamente a Dios con mis oraciones y a la Virgen pues me han encumbrado a ser la persona que soy pero, aquella chiquilla del instituto que eres tu, aún lleva la llave que abrió las puertas de mi corazón: El amor que nunca cesa si se es comprendido...
El amor es universal. Un beso
ResponderEliminarHola compañero. Me toca el texto de lleno porque parece hablar desde un lugar muy íntimo, con una gran sensibilidad. Siento que con esa forma de sentir tan intensa, que nace sin esperarlo y acaba transformándolo todo descubres algo que va más allá. Es cómo entrelazar el amor humano con lo espiritual, como si el amor hacia una persona concreta se convirtiera en el canal para descubrir algo mucho más grande, más profundo.
ResponderEliminarLa idea de recoger fragmentos del otro dentro de uno mismo me parece bellísima y acertada. A veces sentimos a alguien dentro sin siquiera haberle tocado realmente, y eso es lo que este texto expresa con una honestidad que conmueve. Me gusta también cómo reflejas esa lucha interna entre el deseo de sentir y el miedo a sufrir, porque es algo que todos vivimos pero que cuesta poner en palabras.
Me ha emocionado el final, sobre todo al descubrir que ese amor juvenil fue tan profundo que permaneció intacto hasta convertirse en parte de una vocación más grande. La imagen que todavía guarda en el corazón aquella "chiquilla del instituto" me parece poética y humana. Me hace pensar en cómo los pequeños encuentros pueden tener un impacto eterno en el alma, y cómo el amor verdadero nunca desaparece, solo se transforma.
Vivir y amar van unidos de la mano.