Hoy he escuchado otro disco de Bill Evans. Este músico por meritos propios era un pianista de una sensibilidad que se me pierde en lo más profundo. Imaginense ustedes esos momentos tan íntimos que nos da la vida y traduzacalos a ese leguaje del jazz; resultaría conmovedor. Pero, claro, a Bill lo acompaña un contrabajista y un batería inmejorables y de todos sabemos que escuchando cualquier música, nuestro oido se va detras de cualquier instrumento sin prestar atención a los demás ( cosas del cerebro ). La riqueza que me da la música es totalmente subjetiva a mi entender pero hay notas que me calan en mi realidad. Bill Evans era heroinómano y así, tantos artistas famosos que gracias a la droga dieron tanta belleza. Una persona me dijo que el mundo del arte está lleno de sustancias prohibidas y eso me desilusionó un poco...
Hoy me gustaría hablar del esfuerzo humano por conseguir sus metas. De alguna manera sea cual sea, se logran los propósitos del corazón sin hacer daño a la salud pero la inspiración de las drogas son un suculento manjar para el alma. Quizás la educación emocional está por llegar pero mientras, miles de personas pierden su vida en la más absoluta soledad de su talento. Escribir, componer, pintar, fotografiar...tratar a la gente, realizar tu trabajo, vivir tu vida, el placer de saborear aquello que se nos presenta... sin duda alguna la expresión del ser humano esta muy por encima de cualquier cosa.
En este disco de Bill Evans fue grabado casi al final de su vida. Se entrega al piano con manos de santo y el batería con el contrabajista están sensacionales... Si algún día yo supiera el secreto de vivir bién, no duden ustedes que se lo comunico...
Leo esta entrada sobre Bill Evans oyendo de fondo My foolish heart, su música, de su álbum Everybody Digs. Espero con impaciencia tus escritos sobre música porque sueles dar con la tecla.
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