Hoy es una verdadera tarde de primavera. El corazón como mi pensamiento afloran dando gritos sin voz y la vida se muestra en toda su profundidad. En esta época como cada año, me baño allí donde nace una sonrisa y otras veces, donde nacen las penas. También descubro cosas maravillosas que antes pasaban de largo y aprecio muchísimo los matices de una obra de arte. Aquello que no tiene nombre revienta mis sentidos por volverme majara de remate y todo lo inesperado, nace de un solo golpe para cambiarme la razón. La vida se muestra en una tremenda enormidad y saltar sin red puede resultar ser maravilloso. Pienso que la primavera no es motivo de desencuentros más bién, es una inyección de vida que se agradece en lo cotidiano; como si estas fechas, el cambio de tiempo fuera una lupa que aumentara nuestra forma de ser, de ver y de sentir la vida; como si la primavera nos tirara de las orejas para decirnos que estamos vivos en el intento de ser mejores. La gente que es sensible como yo juega en un laberinto de emociones y de sentimientos y la razón, nos da un toque de alarma en todo aquello que podríamos ser y no somos.
Esta tarde de primavera como cada año de cada mes de abril, es especial.
Especialmente en abril.
Para Lola.
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