sábado, 28 de enero de 2012

El gato con botas

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Muchas veces lo paso bastante mal. Cometer faltas de las que uno se avergüenza, forman parte de la naturaleza humana pero sin embargo, cada persona le da una importancia especial a sus hechos. El pudor de reconocerlas puede ser una tortura o algo tan natural como comer...A veces las cadenas de la penitencia pesan demasiado y yo diría, que más que los hechos. Me valoro mucho cuando confieso pecados dando la cara. Quizás cuando suceden esos casos, soy más noble en alcanzar de alguna manera a mi corazón tan acogedor y reparador de males.
Son tantos los secretos que guardo y tantas las cosas por aclarar, que el mapa de lo humano forma por sus defectos y sus virtudes aquello de lo que en realidad somos. Andar el camino puede ser muy penoso paso a pasito o, sin problemas cuando se sabe recorrer la senda. Mucha gente estamos condenados en alguna medida por aprender de nuestros errores casi palpando las cosas como si fueramos ciegos o niños que se enseñan a caminar: A mí no me convence mucho este metodo por aquello del sacrificio pero es algo inevitable...De sobra sé que mi sinceridad comienza por todas esas cosas donde no hay confesor que me confiese ni nadie que me escuche excepto yo. Mi corazón es muy exigente y no admite medias verdades pues entregarme su piedra filosofal, me está costando años de búsqueda...
Sueño con hallar esa vía rápida de no menospreciar lo verdaderamente importante; de recobrar la vista y andar con paso más seguro pues, la moraleja del gato con botas consiste en apreciar todo aquello que aparentemente carece de importancia...

Cuantas cosas por acertar
Cuanto por ver
Cuanto por andar
Cuanto por equivocarse...
¿Hasta cuando cuanto?

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