sábado, 24 de noviembre de 2012

Con todo mi dolor a la mentira






Esta tarde he leido un libro que también me ha encantado de Eduardo Mendoza "New York". Describe esa gran ciudad desde un punto de vista muy particular y a veces con un humor admirable. Hace unos días tambien he leido otro de Murakami "Kafka en la orilla" enormemente imaginativo...
En esos dos libros los autores no se cuestionan principalmente lo que es real o imaginario desde un punto de vista exacto sino, que dan rienda suelta a todo aquello que les cuenta su corazón.
La cosa es que toda la realidad no la podemos saber nunca y tampoco destapar la mentira. Quizás, lo más horrible de todo, es sentirse perdido sin poder agarrarse a nada. Entonces la angustia nos come por entrar en un laberinto difícilmente explicable. Ni Haruki ni Eduardo, ni A.M. o Buscador...ni nadie, podemos escapar de la mentira o de esa angustia existencial.
Para no caer en esos vacíos que nos dejan el culo al aire, debemos de encontrar nuestro centro de gravedad ( me explico): En casos de sentirse perdido, debemos de encontrar muy al fondo del corazón, ese asidero que como el Rexona, NO NOS ABANDONA. Eso es seguridad sin duda alguna. Quien alcanza y hace madurar y crecer ese punto de apoyo, se ríe del mundo y de la mentira. Juega además con los acertijos y no tiene miedos a los que no hay que temer. Entonces esa persona se puede decir que es libre.
Ya pueden caer chuzos de punta que como canta Santiago Auserón, se tiene una quietud, más veloz que la luz.


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