martes, 29 de enero de 2013
El error de lo que nunca existió.
A Thomas le encantaban los discos de Bill Evans. Apreciaba a este músico como algo sobrenatural por invadir todos esos rincones tan íntimos que alcanza la sensibilidad. Bill Evans era lo más asquerosamente perfecto...estaba convencido de ello...
Thomas tenía miles de frustraciones, complejos, incapacidades y problemas de adaptación a la vida social. Era capaz de comprender la magia de cada individuo y sobre todo, la de los artistas pero personalmente, se sentía como un despojo, una verdadera sanguijuela; un fracasado que vive de una pensión y no de la vida por ser vivida y descubrirse; de la esperanza por tener una calidad de ser humano. Bill Evans era para el un Dios que falleció hace algunos años pero que no dejaba de existir en su mente. Se sabía de memoria cada tema y cada nota y clamaba al cielo por ser portador de tanta belleza, que le hacía sentirse más fracasado aun si cabe.
Le daba asco de verse reflejado en el espejo del lavabo, de su ropa y también de todo aquello que convivía con el. Despreciaba su barrio y a la gente donde vivía, los muebles de su casa, el olor de su cuerpo y de la rutina por saber como serían el resto de sus días....y siempre Bill Evans tocaba su piano entre cuatro paredes llenas de tantos sueños rotos...
Un día, Thomas se enamoró de una dependienta del súper. Ella lo trataba con amabilidad. Cada día perdía más la cabeza por aquella chica y más ruinoso se sentía. Un mundo de horrores planeaba en su pensamiento porque creía no ser digno de su amor. Los celos, lo martirizaban al verla atender a cada cliente con aquella misma simpatía que sólo era para el. Las noches eran deseos interminables como su sufrimiento pero no podía evitar ir a verla cada día...Un mundo de tinieblas le empujaban al fín y se despreciaba constantemente por no saber expresar todo lo bello de su amor.
La terrible soledad transformaba aun más la realidad su cabe.
Un día del apartamento de Thomas salía un hedor nauseabundo. Un agente forzó la puerta y descubrieron a Thomas colgado de su cinturón. En la cadena musical, Bill Evans no dejaba de tocar " My Foolish heart"...
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