martes, 26 de noviembre de 2013
Olores, sabores, recuerdos...
Esta mañana no madrugué mucho. El trabajo no fue excesivo y tampoco escaso. La tarde también fue agradable y estuve escuchando mi último disco de un cantante de jazz llamado Gregory Porter. La vedad es que este C.D. me ha sorprendido y me ha alegrado el acierto de mi compra...
Ahora entra la noche con ganas de contaros cosas.
Prácticamente mi día ha sido un poco solitario pero no me sentía solo...desde hace años no me siento solo...Pero este día, sí destacó por mi silencio de puertas para afuera, claro. Las palabras de mi conciencia me contaban lo que me decía el corazón. Era de alguna manera, como verme reflejado en un monólogo sin voz sonora pero con identidad propia. Me he relatado decenas de cosas a lo largo del día; cosas pasadas, presentes y muy posibles. Cuando termine este texto, volveré a mi lectura: Es un libro de hace años que me sorprende por tener una tremenda visión de futuro. Quizás lo termine hoy.
Volviendo a mi voz, mi pensamiento fue agradable; con calidad intimista y sentimiento agradable. Siempre busco atravesar esa frontera donde lo infinito y verdadero, hacen de nuestra vida diaria algo finito. En alguna ocasión la atravesé y ustedes se pueden echar las manos a la cabeza. Pienso también en la gente conocida que se siente sola o, algo que no funciona bién para estar angustiados de alguna manera. Deslizo mi pensamiento entre recuerdos y me acerco a gente y más gente que dejaron huellas donde ellos nunca sabrán.
Quizás en algún momento también me sienta desafortunado porque mi vida se basa en mi trabajo y mi casa. Mi vivir diario no es desagradable y tampoco desgraciado pero, prácticamente lo único que hago es trabajar y estar en mi casa para atender a la clientela. Ya me gustaría tener esas vacaciones soñadas y cumplir tantos sueños que...todos tenemos.
Ayer mi calle se perfumó con anís de Rute. Hacía mucho tiempo que por falta de factorías mi pueblo no se perfumaba por esas esencias ya que todas las destilerías están en el barrio alto y antes, había decenas de destilerías. En estas fechas, los dulces de Navidad y el anís son perfectamente reconocibles nada más llegar a Rute. Recuerdo la casa de mis padres ambriagada con anís y esencias que los trabajadores de las fabricas llevaban impregnadas en la ropa. Quizás estos años de escasez donde hay tanto paro y carestía la Navidad sea más triste. Yo, la verdad es que no hay Nochebuena donde no me sienta desgraciado cuando casi todos los días de mi año son agradables. ¿Es que nunca voy a comprender a mi pensamiento?. Me gustaría treméndamente confesaros el por qué de mi búsqueda y seguramente lo haré...
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