martes, 5 de noviembre de 2013
Permítete SER...
El sentido del mal juicio y el buen juicio pueden resultar ser dos extremos. La plenitud del amor o al contrario, el desamor, son cosas indiscutibles que nos condicionan en la forma de vivir. Lo que se lleva, arrastra a las masas despreciando los gustos individuales. Sin duda, vivir en la normalidad del día a día, parece que nunca se llevará...
La gente necesita juicios urgentemente para sobrevivir a su monotonía y hasta en tiempos de crisis, gastarse el dinero en apariencias, son apariencias con fidelidad limitada.
La gente con "La elegancia de erizo" no tiene éxito: Así se titula una de mis últimas lecturas. Pienso en la maravilla de lo cotidiano, en esas cosas entrañables que están en medio de esos extremos. Existe sin duda una maravilla de descubrir cosas ausentes de moda ni juicios; de matices con detalles enriquecedores y felices ideas para el corazón....Tener la libertad ausente de etiquetas que nos puedan condicionar nos forma como personas nada comunes.
Me duelen mucho los extremos y me atrae cada vez mas la moderación. Descubro todo aquello que pasa inadvertido y es entonces cuando mis juicios se ven mas limitados; dando libertad a la vida sin ser tajante en extremo.
Los miedos a lo desconocido o a juicios que tan solo son prejuicios, no nos desnudan ante la vida. Me pregunto de qué sirve el sentido de la democracia sin los que la dirigen, si los que la votan, están de acuerdo con su forma de vida.
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