Todo fue impreciso pero perfecto.
Lo primero fue tu perfume en aquella tienda de souvenirs...Mirabas ausente de mi; pensando no sé qué miles de cosas mientras yo te observaba.
Por causas del azar, tu mano rozó el dorso de la mía y al darte cuenta me sonreiste. ¿Por qué?.
Tenias una suavidad de las que se guardan para siempre en la memoria y tu perfume también era parte de mí.
Salíamos de la tienda; tu calle arriba y yo calle abajo. De pronto me paré para despediarte con la mirada y, tu también. Nos sonreímos con una mezcla de madurez infantil. Yo alze la mano y te dije adiós y durante todo el día, permanecíste dentro de mí.
A media tarde fuí a tomar un café.
La camarera eras tu...
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