Queridas amigas y amigos:
Cumplo mi promesa que hice a amigos con
cáncer y a sus familiares que escribíamos hace más de quince años en
es.charla.enfermedad.cancer de escribir un cuento de navidad poniendo el
foco en sufrimientos que no tuvieran que ver con el cáncer con la
intención de, siendo solidarios entre nosotros, serlo también con los
que sufren otros males.
Con un deseo enorme de que todos estéis bien de salud y seáis felices.
Feliz Navidad.
Un fuerte abrazo
Pepe Ramirez
Un hombre y una mujer
llegan a una gran ciudad cuando ya ha anochecido. Tienen pocas
monedas en el bolsillo. Caminan sin rumbo por calles desconocidas.
Hostilidad, desarraigo, desesperanza. Temen esa hora en que descubren
que ya no hallarán una habitación tibia e iluminada. El hombre
piensa que tal vez podría haberlo intentado solo. No sabría adónde
mirar ni por qué camino seguir ni si se va alejando o acercando a no
se sabe dónde pero podría dormir en la calle, encontrar un mendigo
razonable que quisiera compartir su escondite pero ahora le duele que
ella tenga que pasar por este trago. Es invierno y en la calle hace
frío. Es más duro y triste todo, más desamparado. Cada vez hay
menos viandantes y menos coches. La gente se recoge en sus casas pero
ellos no tienen casa.
José y María debieron
sentir eso aquella noche fría en Belén. Ella estaba embarazada y
él, dice el relato, no era el padre. Habían ido allí a hacer unas
gestiones ineludibles y no encontraron asilo. La mujer se puso de
parto y dio a luz a la intemperie. Y cuenta el relato que unos les
cerraron las puertas y otros, unos pastores, los ampararon en algún
cobertizo mal abrigado. Quizá encendieron una candela y arroparon a
la madre y al niño con sus propias ropas.
No se sabe el número de
desahucios anuales en España ni los suicidios habidos por tal causa
ni la gente que ha sido lanzada a la calle.i
Creemos vivir en un mundo civilizado, en un país democrático. Hay
leyes, jueces y policías que hacen cumplir esas leyes y hay
legisladores que las hicieron y a los legisladores los eligió el
pueblo que es el soberano que delegó ese poder en ellos. Todo lo
demás va rodado. Las imágenes que se ven en la tele de la policía
abriéndose paso y apartando a la gente que intenta impedirlo, la
gente llorando despavorida, son consecuencia de esta civilización.
Unos legislan en nombre del pueblo, otros interpretan las leyes y
otros las ejecutan. Los votantes ven esas imágenes pero pocos las
relacionan con su voto ni se creen que ellos sean la última
soberanía.
La economía se ha
convertido en una ciencia cruel que se sustenta sobre postulados
interesados. Predica como irremediable la sumisión de la política a
los mercados. A partir de ahí surge toda la verborrea económica que
escuchamos. El primer axioma de esa ciencia es que no puede ser de
otra forma, que no se puede disgustar a los mercados ni complacer a
las personas. En la civilización del tercer milenio quieren hacernos
creer que no tener asilo donde refugiarse es un hecho natural en
lugar de una perversidad económica. Ya les pasó a José, María y
Jesús en Belén. ¿Qué cabe esperar?
Cuando muchos
protestaron, algunos dijeron que eran unos perroflautas, que tenían
los pelos largos, que eran violentos antisistema. Se ve que tenían
argumentos sólidos. Otros dijeron: Que hagan un partido y se
presenten a las elecciones. Se ve que estaban seguros de que no lo
harían. Ahora que lo han hecho, eso tampoco les gusta. Cómo se
podrá contentar a nuestros representantes, a la prensa del orden
establecido, a los que nos civilizan con esta triste civilización.
¿Podrá ocurrir alguna
navidad que un hombre y una mujer lleguen a una ciudad desconocida y
haya árboles de luz en las aceras y calles vestidas de esperanza,
olor de comida caliente y risas de la gente que pasea al anochecer y
que haya asilo para todos, casa, comida, trabajo y un salario digno y
que todos puedan encender la calefacción cuando haga frío?
Dios mío, qué nos está
pasando. Ni siquiera esto es un cuento de Navidad.
i
http://es.wikipedia.org/wiki/Desahucios_en_Espa%C3%B1a_durante_la_crisis_econ%C3%B3mica
Pepe Ramirez.
Yo, que conozco la nada,
el sufrimiento y la enfermedad.
La humillación de la burla Y
LA SOLEDAD...
¿Cuándo una educación?
...y saber lo que siente
alguien cercano a tí...
Buscador.
Yo, que conozco la nada,
el sufrimiento y la enfermedad.
La humillación de la burla Y
LA SOLEDAD...
¿Cuándo una educación?
...y saber lo que siente
alguien cercano a tí...
Buscador.
Este relato da de pleno en el corazón.
ResponderEliminarEs triste tanta gente sola, sin sitio a donde ir, sin una mano que los ayude.
Esta sociedad cada vez crea más asociales.
Haceis reflexionar intensamente con vuestro relato.
una lluvia de besos o de versos.
Muy buen relato, todo esta cambiando, y yo que confío, me imagino que tarde o temprano , nuestros ojos se encontraran y sabremos comprendernos y compadecernos, yo con mi humilde aportación, intento educar a mis hijos en el respeto y la autenticidad espero contribuir a mejorar este maravilloso mundo. Como.siempre encantada de visitarte besos
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