Filosofía del buén vivir

Existió como un suspiro que oxigena el corazón. Parecía caminar ausente; como alguien que se pierde en su pensar y no lo lleva a ninguna parte. Este era el hombre más solo del mundo. Era cercano a quién se interesaba y era sencillo en una hondura de pensamiento que tan solo, las personas sensibles son capaces de apreciar...Por cosas de la vida descubrió metas en su corazón que atraviesan las inespugnables fronteras del ser humano. Cientos de días, de noches, de lunas con todas sus estaciones, estuvo perdido; absolutamente perdido donde todo lo bueno y lo malo le sucedía y penetraba como un taladro que perfora el pensar sin una explicación. A veces se detenía con la apariencia de un estúpido para observar y su mente se fué poco a poco engrandeciendo siempre en soledad...

Las malas lenguas decían que estaba encantado por algún mal; que no traía nada bueno aquel hombre tan misterioso poseido por el demonio. Tanbién estaban los ignorantes de corazón vacío que deambulan por la vida sin nada certero en nada pero, también estaba la gente sencilla; personas que le daban de comer y le escuchaban aquellas palabras que son consuelo para los humildes; verdades certeras que son sólo fruto de la felicidad después de vivir a ras de suelo...

El hombre más solo del mundo siempre tenía puertas abiertas a la gente. Era sencillo en el vestir y trabajaba a salto de mata como se suele decir por estas tierras. Conocía las inmundicias de este mundo y la bondad de gente viajera que recorre su interior con la verdad de su corazón. Casi siempre iba solo...

Alguien le preguntó por su familia y de dónde era y siempre decía que vivía en el mundo y que su familia, era la magia de su amor por el ser humano y todas las criaturas...