Aquello era una condena. Pasaban los dias perdidos sin comprender nada de nada; con pensamientos que se daban la mano los unos a los otros en pleno sentimiento pero, estaba perdido sin comprender nada ¿dónde estaba la verdad?...Existía lo superficial y lo profundo, la certeza y la mentira, la vida en la frontera que como dice una canción: "No espera"....
Existían momento lúcidos y brillantes pero no se
podían atar; desaparecían nada mas saborearlos muy allá en las
profundidades de su mente y de seguido, volvía la mentira. Le aseguraban que los
sentimientos podían dominarse; que existía una voz original de cada
cual y existía también la quietud inamovible donde todo tu pensar está bajo
control...
Los complejos le apuraban, la envidia a otras
personas le corroía el alma, el odio, la frustración etc etc etc,
todo menos el campaba a sus anchas por la ciudad de su cabeza. Gritaba y lloraba
devanándose los sesos en tan tremenda empresa; en esa guerra interna
para vivir con dicha según cantaban los felices..
Se emborrachaba, se drogaba en la
búsqueda de la verdad porque el sentimiento lo llevaba a estancias
secretas del corazón. De vez en cuando también se enamoraba para
volverse a equivocar con la que creía la mujer de su vida...y pasaban
los años, se hacía mayor vestido de traje gris hasta que no pudo más y
la locura le visitó.
Los sueños surrealistas consistían en su vivir diario. Hablaba disparates mezclados de sentimientos profundos como el
dolor, escuchaba voces y vía alucinaciones con paranoias que no le
dejaban vivir ni dormir...
Alguna ambulancia lo recogió
borracho en la calle y un médico le diagnosticó. Pasaron muchos años
cuando la mejoría caminaba a paso lento. Miles de lunas y miles de soles
lo observaban en días que pasaban sin pena ni gloria pero tenía memoria
y entendimiento de su caminar equivocado.
Siendo un anciano cruzó
la frontera y llegó a dominarse. Reconoció su voz ausente de palabra.
Con su tremenda imaginación todo se aplicaba a lo real. Sus sentimientos
consistían en ser fiel secreto con dueño y el dueño era el mismo.
Apareció la seguridad, la confianza, la sensibilidad y la inteligencia
emocinal para convertirlo en alguien poderoso en aquella alturas de la
vejez. Una ventana se abrió donde parecía el final del fondo y allí lo
esperaba la sabiduría, la sencillez, el amor, la libertad...
Antes de morir alzó su mano al cielo porque Dios vino a su encuentro y en menos de un minuto, dejo pacíficamente de respirar....
Fin.
Al menos llegō a tiempo. Un beso
ResponderEliminarQué hermoso relato!
ResponderEliminarSaludos!!