Ella lo observaba como si aquella mirada no fuera forastera. Algo había en aquel hombre que le traía recuerdos lejanos de cuando vivía en África; cuando un hombre alto como el, con ojos azules de primavera, la hicieron sentir la expansión del amor...
No sabía cuantos años habían pasado desde entinces pero, su forma de caminar, la forma de mirar y el aoroma de aquel hombre que no se perdió en el tiempo y que ahora se sentaba en el mismo banco del Parque de Colón.
Por prudencia no le preguntaba. Había aparecido aquella primavera como venido de otro mundo para acompañarla. La juventud quiso volver a visitarla y cada día se arreglaba para ir al parque por el simple motivo de estar cerca de él...
Guardaba cierta distinción para destacarlo de los demás ancianos y hasta darle de comer a las palomas lo cubría de cierta elegancia...Pero pasaban los días y ella loca de saber casi seguro que era él...
Su hija la sentía feliz porque sus ojos brillaban y su amiga Clara se atrevió a preguntarle si estaba enamorada de alguien pero, ella callaba, sonreía y hasta se ruborizaba...Aquel hombre era alemán en Tetuán; un militar del que se enamoró en un café. Le recitaba versos, le regalaba flores y fué al primero que besó en un beso que más bién era de infancia o poca madurez...Era muy callado, casi vergonzoso pero un caballero en respetarla y hacer la soñar con cosas, que parecían inalcanzables...
...y ahora estaban en Córdoba, en pleno mayo donde la pasión la visitaba de nuevo envuelta en una magia que la hacía retroceder en el tiempo: Un mayo que ponía el vello de punta y la sensibilidad alcanza donde sólo la alcanzan los enamorados.
Aquel día se puso un collar que le regaló antes de su despedida; era de conchas marinas que el recogía y que ella guardó como el mejor de los tesoros y allí estaba él de nuevo; en el banco de todos los días y con el seblante que ella se descomponía cada vez que lo miraba.
Se sentó mas cerca a su lado y el lo percibió al instante. Su aroma era inconfundible y le dijo: ¡Buenos días Ingmar!. De pronto, el cielo de los recuerdo le hizo sonreir para volverse a ella y pedirle si quería otro café...
Qué poco pesa el tiempo cuando algo nos cala hasta los huesos. Pasan las décadas, y en un banco de parque, un aroma inconfundible trae el ayer vestido de presente primaveral
ResponderEliminarUn abrazo
El tiempo pasa pero los recuerdos nos traen esos vientos ..y hasta el aroma nos da la clave de ese amor que sin pensarlo esta presente ..
ResponderEliminarUn abrazo!!
Qué bonito y romántico!
ResponderEliminarLos recuerdos los llevamos tatuados en el corazón, y siempre y algunos son la pócima que nos levanta.
ResponderEliminarMuy delicado el texto.
Feliz día.
Un abrazo
Romántico y bello texto. Hay amores que están destinados a estar juntos, pero mas tarde, disfrutando otro café.....Saludos amigo Buscador.
ResponderEliminarEsos encuentros son mágicos, nos hacen recordar lo que fuimos y esos momentos vividos están ahí intactos...muy bonito . Un saludo Buscador.
ResponderEliminarHay reencuentros que valen todos los cafés del mundo.
ResponderEliminarBonito amor en la, senectud. Que nunca, es tarde para ello.
Un abrazo
Lindo relato.
ResponderEliminarBesos.
Ayyy,qué bonito ,amiguco"Esa historia tiene olor a ternura.Los ancianos,nuestros ancianos...Ya leí tu comentario.Son tan lindos en su vejez que parecen adolescentes y es que el AMOR no tiene otra edad que la eternidad
ResponderEliminarBesucos
Gó
La fuerza de la vida
ResponderEliminarlo que estaba escrito se reescribe ahora o después...