La maraña de la felicidad

 A veces la vida tiene un sabor desagradable. Uno se levanta por las mañanas y como por arte de magia, ya nada tiene su magia...Comentamos a amigos sobre ese pesar y nos dan los mejores consejos pero, nada sirve porque en lo profundo hay algo que no funciona por no poderlo corregir.

Otras veces sin embargo, dejamos la cama con el mayor de los optimismos y todo el día parace que está cargado de magia. Sonreímos al mundo entero con brazos abiertos y la sensibilidad del amor, se derrama en un gesto o en una caricia...Si estuvieramos locos, estos cambios serían radicales y contínuos sin razón.

Las estaciones tienen corazón con un estado de ánimo y eso es bueno. Ponemos nuestros sentimientos en los mejores hechos y nuestra voluntad en que todo salga bién y eso, nunca jamás puede cambiar. Tratar a nuestro corazón con respeto es un prioridad absoluta...y mientras la vida se desliza ante nuestros sentidos para interpretarla de la mejor manera. En esta vida no hay nada más maravilloso que lo que nos rodea...

Tomar un seguridad que supere a nuestros sentimientos es poco menos que obras moros, al menos en mi vida. Una vez que se alcanza, jugamos como chiquillos e  nuestra imaginación o lloramos cuando toca el momento...

No somos un tanque para pelear ni mantequilla para untar. Sí podemos ofrecer a quién nos escucha de buena gana un trozo de nuestra tarta o mentirle a este otro que no viene con buenas intenciones...pero la vida se desliza cada vez más deprisa con los años cumplidos y debemos poner nuestro corazón en la parrilla antes de que se escape por un agujero en nuestro bolsillo...

Hay gente que volvería a vivir la vida que ha llevado pero otros muchos se mueren en el feacaso que se siente en primera persona. El corazón es inteligente y no se da así como así. La conquista de la felicidad es un reto para no poner la confianza en alguien que pensabas que te la iba a aportar. Hay que trabajar para ello. Vivimos en sueños por alcanzar y nos cuesta la vida misma conseguirlos. A veces el miedo es de nosotros mismos cuando el peso de las cosas nos ahoga. Siempre has de ser tú y solo tú quién mueva las teclas de tu vida para que al llegar al fianl del camino puedas afirmar que: ¡¡¡ SÍ VIVÍ!!!...