domingo, 7 de junio de 2020

La confesión



Un atardecer ya estaba agonizando. Lo médicos le dieron el alta para que no muriera en el hospital. Estaba sedado pero lúcido. En el pasillo su mujer y sus hijos hablaban con el médico llorando; el los escuchaba.

Se acecaba el verano. No sabía qué día era sólo que era junio cuando en lugar de estar en el hospital tendría que estar pensando en las vacaciones...Fueron días duros para terminar muriendo como tanta gente que se agarra a una espranza que se convierte en una mentira. Se sentía estafado por la vida; hasta de sus sueños cuando se prometía mejor calidad de vida para disfrutarla, para hacer lo que a uno le plazca sin tener que aguantar en el trabajo principalmente. Algo le carcomía por dentro para enfurecerse con el destino.

Estaba anocheciendo.  El celador conductor y su hijo lo entraban en casa. Tenía oxígeno, calmantes, pañales, compañía y una cama ortopédica que la asociación contra el cáncer le cedió gratuítamente. La gente que más quería comentaban fuera de la estancia con murmullos que no cesaban. Alguien lo saludaba con simpatía para darle ánimo o le cogía la mano para ofrecerle el calor humano...La noche estaba tranquila y por la ventana entraba una brisa agradecida que le rozaba la cara. Todo el mundo se fué a dormir porque segúramente la agonía se prolongaría algunos días pues todos estaban agotados de tanto hospital; se irían turnando cada tres horas.

Venían imágenes del pasado; de cuando era niño y su madre se quedó viuda; de cómo supo qué era la escasez y la vida dura para salir adelante. Se paseó con memoria meticulosa a lo largo de toda su existencia; de cómo engañaba, cómo se acostaba con otras mujeres de forma cobarde, cómo engañó a personas que pusieron su confianza o cómo se puso al servicio del dinero por encima de toda su familia y amigos. La conciencia no le dejaba en paz ni un momento porque al final el engañado era él mismo. Había cosas que ya no sabía si eran verdad o mentira cuando era un actor. Se pasó la madrugada en completo silencio si no fuera por la maquina del oxígeno que lo ayudaba a vivir...Qué ha sido de mi vida, se preguntaba cuando ahora justo al borde de la muerte aparece su conciencia también mal trecha. No podía dormir. Fueron tantas las fechorías que le pesaban como el plomo.

Al amanecer supo que en pocos minutos su vida se acabaría. Ya estaba vencido. Pasó toda la noche en plena confesión con el mismo e hizo balance de su vida...Una angustia le recorría por todo el cuerpo. Levantó la cabeza como quién quiere agarrarse a la vida pero las fuerzas ya se acabaron. Su mujer regresaba con agua cuando descubrió el cadaver y los ojos abiertos perdidos en la profundidad...


11 comentarios:

  1. Un relato que hace estremecer, felicidades.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Un relat muy realista. Parece que estuviera allí. Un beso

    ResponderEliminar
  3. Has plasmado muy real la agonía de una personan esos instantes donde tu vida es como una película y tus recuerdos viene a tu mente ..Un buen texto .
    Abrazos y feliz noche.

    ResponderEliminar
  4. Hola buscador... Gracias por pasar , mañana pasare a leerte
    pero no has contestado a mi pregunta eh? que piensas de verdad crees que soy buena persona jajajajaja ,te deseo una feliz semana besos de flor.

    ResponderEliminar
  5. Hola de nuevo , no me he podido resistir a mañana y lo he leído de un tirón , vaya manera de morir , no le hizo falta llamar al párroco para que le diera la extrema opción , muy bueno tu relato , me a gustado mucho , te deseo una feliz noche y muy buena semana , besos de flor.

    ResponderEliminar
  6. Muy buen relato Buscador... Me gustó mucho,

    Besos al alma y feliz lunes.

    ResponderEliminar
  7. El peso de la conciencia, que me imagino que aflora cuando sabes que te mueres. Muy detallado relato de un final, tal vez como millones de finales, pero que expresas de manera excelente.

    Un abrazo y vamos a por una semana, bonita, en lo posible

    ResponderEliminar
  8. ¡Hola, Buscador!
    A veces nuestras equivocadas acciones nos pasan factura.
    Un bonito relato para reflexionar sobre nuestra vida.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Espero que haya salido mi comentario, con Blogguer tengo problemas serios.

    ResponderEliminar


  10. Por eso nunca hay que actuar
    de mala fe con nadie, pues todo
    eso algún día retorna hacia nosotros
    como un Bumerán, me agrado mucho leerte.

    Besitos dulces
    Siby

    ResponderEliminar
  11. dicen que la final se hace balance. El tema es estar lúcido como para hacerlo. Buen y sentido relato, saludos

    ResponderEliminar