Aún me embelesa el humo de aquel cigarrillo que juega en el vacío. Mi
vista, ausente de todo, se hace borrosa siguiéndolo . En su ascensión
carente de cualquier corriente de aire, marca una línea recta perfecta
hasta que termina por deshacerse en filigranas. El humo me transporta a
las mil y una noches y ese recuerdo, me hace volar de una manera tan
placentera que yo mismo quisiera ser devorado por unos labios.
Aquel
humo, se retuerce en su ascensión para crear autenticas obras de arte a
la vez que atraviesa los rayos de sol en la ventana para mezclarse entre
infinidad de motas flotantes...motas de polvo que se desplazan tan
tranquilas, como si se hubieran tomado un valium; aburridas, sin saber a
dónde ir como viajeras perdidas visibles a los rayos del sol.
Al
espectáculo no falta la típica mosca indecisa que con sus constantes
cambios de sentido, no respeta las leyes del humo y del polvo en
suspensión. Parece que huye de un incendio buscando la libertad y
chocando continuamente contra el vidrio de la ventana. Le doy otra
calada al cigarrillo para lanzar el humo contra el haz de luz. Se crea
una auténtica revolución y las motas se vuelven locas. Todo se torna del
color azulado de mi humo y pienso...este será mi último cigarrillo.
Me ha necantado. Es un bombonazo. De lo mejor que te he leído.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Muy expresivo y poético. Un beso
ResponderEliminarMe imagino a la mosca un poco desorientada, me encanta verte de buen humor, y rebosante de vida.
ResponderEliminarBesos.
Buenísimo! Muy bien narrado
ResponderEliminarAbrazo
Muy buen texto, inspirado en el ultimo cigarrillo. Saludos amigo Buscador.
ResponderEliminarBueno de lo cotidiano se sacan o hilan los pensamientos...
ResponderEliminarSaludos