La trastienda del pecado

 

 

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  Hablo en confidencia y nunca me sucedió nada hasta el día de hoy. Soy hombre varonil, pulcro y me perfumo con Varón dandy: Mi perfume favorito. Tengo pelo en el pecho, soy alto, cariñoso para las mujeres, sensiblemente varonil, no escupo en la calle ni me tiro pedos en público porque los deshuello soltándolos poco a poco. Tampoco tengo amigos homosexuales, ni bisexuales, ni antropomorfos ni nada por el estilo...Soy un chico corriente de 20 años que aun vive con sus padres.

Mi novia es mi confidente. Nunca se rie de mi porque padezco del sentido del ridiculo hasta hoy. Hoy es sábado por la tarde. Un maldito sábado para asearse por la tarde donde me cuestiono a mi mismo el por qué de la raza humana cuando debemos de atravesar una situación embarazosa. Si embargo siento una especie de morbo pensando si mi novia me viera en tal situación; como para romper el hielo antes de practicar el coito del sabado sabadete...Ella es ardiente buscando la novedad que enciende mi lujuria si le contara el suceso.

Como cada 5 de la tarde, cada sábado voy a la ducha tal como comienzan las corridas de toros. Mis duchas son largas; disfruto del agua caliente, de la función de masaje que se programa a chorros intermitentes, de la música con volumen alto del aparato de radio y mientras, el cuarto de baño se llena de un vapor espeso que no te deja ver. Mi madre con antelación ya me ha dejado la ropa limpia en la percha pues tiene buen gusto y coincide conmigo.

Comienzo a vestirme. Todo es un vapor espeso y ciego pues mis duchas son largas hasta quedarte arrugado y, comienzo a vestirme...Algo hay que no funciona. Debido a la humedad mis slips se adhieren a mis piernas y no suben con facilidad. Me esfuerzo, me entrego pero, no suben después de las rodillas. Casi pierdo el equilibrio, la radio canta "Ven devorame otra vez" y cuando enciendo la luz y veo un lazo azul, es que me estoy poniendo las bragas de mi hermana...