Pasaban los días y en su inocencia, no podía abarcar aquello que resultaba inalcanzable. Su mundo interior era más importante que todo lo que le rodeaba y sin embargo, caminaba como dejándose llevar siempre en la búsqueda de metas. De esa manera, halló en su camino cosas increíbles de las que jamás escuchó...Se oían ecos; habladurías lejanas o utopías de conseguir como sueños la esperanza inalcanzable y sin embargo, encontró en su camino la maravilla de forma natural...
Pasaban los días siempre en la búsqueda y sin saberlo, la búsqueda lo atrapó...Disfrutaba de pensamientos simples; ideas sencillas que se sucedían a lo largo de los días nada más despertar. A esos pensamientos le acompañaba un sentimiento agradable que nunca lo dejaba. Los avatares de la vida también traen sin sabores sin embargo, la maravilla volvía una y cien veces más. En su conciencia no sabía que aquello se llamaba felicidad hasta el día que se dio cuenta...Más tarde cruzó la frontera del silencio como quién planta un germen que madura con el paso del tiempo y debido a eso, tuvo cambios como sentir la soledad o el desasosiego. Todo madura con el tiempo en su cambio. Ahora era consciente de la felicidad. Su sensibilidad le daba la mano...y la vida pasaba y pasaba en lo cotidiano hasta que otro día en su búsqueda, una ventana se abrió en su corazón; un pozo infinito le mostró la sencillez de las cosas y, conoció a la sabiduría donde alguien maravilloso habitaba con el. Su gratitud se transformó en su Fé.
El amor no se agradece, pero sí la fortuna de haber podido sentirlo alguna vez. Un abrazo Buscador
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