Me llevan en una camilla y el celador es un hombre de buena palabra y experimentado. La estancia es fría, tan fría que me hace tiritar y allí está el cirujano con su equipo esperándome. Hay mucha gente y tengo miedo; un miedo donde me lo juego todo o nada. Me calman, me alientan, me dicen cosas bonitas y me piden que les diga mi nombre, donde vivo, con quien estoy casado, cuantos hijos tengo y también me piden que cuente atrás desde diez cuando por el 6 ya estoy anestesiado...
Escucho comentarios lejanos. Sonidos metálicos, líquido frío sobre mi pecho como quien pinta con una brocha y también silencio, mucho silencio tan tenso, que la realidad tiene un peso que no se soporta. Huyo dentro de mi corazón y me pierdo en la oscuridad. Un túnel me da cobijo y calor como quien viaja al infinito y se pierde. Allí siempre hay un respuesta sencilla a mi complicada vida y me dejo caer a plomo en este pozo en cuyas paredes hay verdades como templos...y viajo y salgo de mi mente para ver mi cuerpo abierto que espera un órgano. Todo es una película de lo que sucede en la realidad y no tengo miedo sino la esperanza y el agradecimiento de quien me salva la vida. Tengo el poder de la verdad pues mi crecimiento interior fluye con la luz divina y todo es sencillo. Ahora no siento frío. Soy testigo de la sabiduría y desde lo más profundo de mi corazón subo a la superficie donde una mujer me habla por mi nombre para que despierte...
Suena el teléfono y mi mujer contesta. Yo despierto con plenitud y cuando la miro me dice: "Llaman del hospital arréglate que tienen un corazón para ti" y yo respondo: "Todo irá bien"...
Magnífico!!!
ResponderEliminarUn beso.
Una gran historia. Un beso
ResponderEliminarVisualizar un sueño y hacerlo realidad, muy bien tu relato. Abrazos.
ResponderEliminarEse final es perfecto. Por tantas donaciones que permiten los trasplantes.
ResponderEliminarUn abrazo