Hace un momento he hablado con mi amiga Maite. Nuestras conversaciones no tienen despedicio y con frecuencia sale a la palestra algún tema que nos da mucho que pensar.
Perderse en la dialéctica es un ejercicio mental muy bueno aunque no se saque practicamente nada en claro. Pienso que mucho antes de hallar verdades contundentes, nuestra vida ha de llenarse de dudas que buscan imperiosamente una salida y por ello, pienso que la necesidad de saber es tan lista como el hambre...Mucha gente piensa que la voluntad puede a la inteligencia y quién reune esas dos cualidades, es difícil que no alcance muchas de sus metas en menos tiempo. Con el paso de la vida nos demostramos tener cualidades que son difíciles de alcanzar porque surgen en un momento y desaparecen sin poderlas retener. Llegar a esa lejanía de pensamiento puede resultar ser toda una Odisea enriquecedora y avanzar un pasito nos colma de placer. Mi asignatura pendiente son todas esas facetas de mi vida que duraron poco menos que un minuto y, desaparecieron Dios sabe donde. Hay gente que tiene virtudes que no son perecederas y no los envidio ni me comparo con ellos, sólo intento aprender y comprenderlos con su ejemplo.
Hoy mi amiga Maite y yo hemos hablado de muchas de nuestras dudas por no saber de qué manera podemos alcanzar los sentimientos de otras personas para comprenderlos mejor. Sin duda existe ese poder y cada persona tiene su camino para llegar a ello pues no es otra cosa que la seguridad y la confianza en uno mismo. Alcanzar esa profundidad de pensamiento nos quitaría muchos dolores de cabeza ya que nuestra vida sería mucho más fácil. Aprender a madurar para poder vivir mejor es algo que vale la pena intentarlo porque, sólo se vive una vez...¿Vas a dejar que tu vida pase sin plantarle cara?.
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