jueves, 5 de marzo de 2015
Cuentos de Alondras
Erase una vez un lector de cuentos. Los admiraba por tener una sensibilidad capaz de volverlo niño y vivir intensamente las emociones del escritor...Disfrutaba enormemente por recordar pasados de niñez que eran capaces de hacerle llorar...
El lector de cuentos viajaba con la imaginación jugando con la realidad pero, ¿qué es la realidad cuando se enriquece nuestro presente a través de lo que no existió?. Supuso que la realidad jamás nos abandona aunque se viva en un pasado y presente como en un cuento de Alondra....Escuchaba de la gente decir Carpe Diem una y otra vez pero, el lector de cuentos amaba los cuentos de siglos pasados o futuros muy lejanos para vivirlos en su presente donde la realidad a veces es fría e insolubre. Lloraba, reía, se enojaba, discutía o se hacía amigo de alguien pero sobre todo, aprendía de la vida a traves de los cuentos...
El lector de cuentos un día se cansó. Ya estaba casi viejo entre cientos de cuentos leidos pero no conocía el amor. Era tal su riqueza que se olvidó sentir en sus manos la piel de una mujer y eso lo hizo tremendamente desgraciado. Lloró años enteros de soledad por no sentir el amor de una mujer...
De sus palabras nacían las cosas más bellas que jamas se escucharon. Iba al supermercado, a la frutería, a la panadería, al peluquero o al taller o a tomarse una cerveza y de su bondad, se hacía la palabra que embelesaba a cualquier persona. Miles de mujeres estaban dispuestas a amarlo y el no conocía el amor hasta que un día, una mujer le dió un beso furtivo casi a escondidas. El, como alondra voladora, voló hasta el cielo porque desde la tierra, sólo se vían piedras muy lejos del alma de una mujer. Ella tenía el valor y la nobleza capaz de traspasar el alma de un hombre por saber cosas que no se enseñan sino, que están en la naturaleza como si vinieran de un cuento...
Los cuentos son como los sueños, debemos dejarlos para cuando estamos debajo de las sábanas. Luego, a la mañana, hay que envolverse en la vida para disfrutar de una mano amiga o simplemente de una conversación mirándose a los ojos y, no te digo nada si tienes la suerte de que el amor te haga compañía...
ResponderEliminarProsa en el alma de un poeta.
Una preciosidad de cuento, con lo que me gusta que me expliquen cuentos al anochecer y dejar volar la imaginación.
ResponderEliminarMe alegro que el contador de cuentos encontrara el amor.
una lluvia de besos