lunes, 25 de diciembre de 2017

Confesiones









El dolor de la pobreza no es una mesa repleta de comida. También somos pobres de espíritu en fechas determinadas y con frío helador...Pero somos pobres afortunados al sentir nuestra humildad aunque lloremos porque entonces, la riqueza de Dios nos sube a los altares por mostrar el corazón en su nobleza.

Diós es consuelo y protector de los humildes y a él nos debemos.

Ya ha nacido el niño Jesus. Está rodeado de misiles atómicos, de habrunas, de guerras, de gente despiadada que se pasea por las calles de mi ciudad, de gentes en discordia por la independencia, de no saber qué pasará cuando nosotros humildes de espíritu, ofrecemos el corazón en PAZ...Este niño Jesus sin duda realmente lo tiene difícil y quizá haya nacido cuando el cohete de un Palestino o el fusil de un Israelita apunte a ese legar hunilde donde haya nacido...Pero hay más y más sitios más peligrosos donde nacer. Este niño tiene las cosas complicadas si tiene la mala suerte que tantos niños tienen en cualquier sitio como por ejemplo Siria, Irak, Afganistan, La casa de un maltratador o tantos sitios inmundos que son victoria de las heces humanas.

Hoy soy humilde de corazón pero también soy una persona mala. Para ser bueno de verdad, la humildad me acompañaría allá donde fuera porque no hay mas riqueza en este mundo que, RECIBIR A DIOS...y yo soy bueno a ratos, tan pobre que busco el golpe de suerte para ser un eterno humilde.



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