Paul no soltaba su mano y ella se quería marchar... El tren
lanzaba vapores mezclados con humo. Aquello era un ir y venir de gente
en plena estación de Córdoba... Teresa soltó una lágrima y le dijo que
no se llamaba Mary. Paul le dijo: yo me llamo Domingo.
- Aún
así, Paul, no trates de entenderme, soy demasiado complicada y poco o
nada previsible. Los silogismos conmigo se convierten en sofismas… Y
sobre todo y ante todo quiero y debo ser leve.
Mary soltó su
mano y Paul cerró el puño para retener aquella calidez; como si algo
fuera suyo ahora; como si el corazón de aquella mujer se hubiera quedado
impregnado en la palma de su mano y viviera en ella durante unos
segundos. Aquellos labios, fresas en una película en blanco y negro, le
decían el adiós más definitivo. Un final esperado porque Paul, hombre
cabal, sabía de las fronteras de la amistad.
El silencio empañó
la estación. Mary dejó el pañuelo en el suelo para que el viento se
hiciera cargo de toda la soledad y subió al tren. Pero la despedida no
podía ser definitiva, porque lo que dejaba a medias jamás cesaría de
rondar en su cabeza. Las ruedas de la vida se movían con el tren, y con
ellas el corazón de quien lo deja todo en Córdoba.
Lejos, en la distancia, un niño corría detrás de un pañuelo.
Buscador y Sirena
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Bajo las ruedas del tren de Córdoba, se ocultan miles de historias.
Millones de gentes de todas partes que hoy en día, confluyen en la misma
vía donde Paul y Mary se despidieron. Son sueños presentes en cada
corazón y, de muchos sueños ocultos bajo el cemento y las piedras...
El
corazón a veces es viajero de recuerdos. Cada día, no pasa sin que Paul
recuerde Mary en Córdoba por ser un lugar que suele frecuentar...A
fuerza de pasar el tiempo y de tanto vivir, de madurar sin sentirlo a
penas, vuelve aquel recuerdo. Sin coger su mano, siente la sangre de sus
venas y aquellos labios rojos que cada mujer lleva por las aceras de
Córdoba, adivina los labios de ella.
Paul escribía las poesías más
bonitas, los textos más originales, la paz de Mary más buscada. Un año
tras otro, Mary lo visitaba desde Murcia como en un beso a larga
distancia...
Ojalá este fuera el último escrito de Paul. La felicidad
solo consiste en ser agradable...pensaba Paul y Mary, sabe que a pesar
de la distancia, las ruedas de la vida giran en aquel mismo lugar una y
otra vez. Donde Paul y Mary se separaron y bajo el cemento de aquella
estación, miles de historias aún viven para ser descubiertas...
Paul esta noche, no pudo evitar pensar en Mary..
Buscador.
Historias de amor inacabadas que vuelan en el aire a miles de kilómetros pero que hay siguen a pesar del tiempo ..La esperanza de volver a reenamorarse queda latente en las letras. Un abrazo.
ResponderEliminarLas estaciones atesoran muchas historias. Un beso
ResponderEliminarQue romántico me parece un paseo en tren. Historias de amores que quedan grabadas en cada vagón........ Lindo leerte amigo. Saludos.
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ResponderEliminarQue buena historia con romance
y en el tren, debe de ser bonito
enamorarse en un tren, o en cualquier
viaje verdad, me agrado visitarte.
Besitos dulces
Siby
Ese dueto es excelente. Hay figuras qlegóricas que enamoran.
ResponderEliminarFelicidades a ambos. Un abrazo, amigo
makasih atas artikelnya,
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