Cuando hago una oración, mis palabras están dirigidas a Dios. Respeto al que no cree pero, con la oración que es hablarle a Dios con toda sinceridad, siempre se saca una verdad...Es un ejercicio recomendable y muy sano para el espíritu. Uno hace su ofrenda buscando en la profundidad de su ser y absolutamente siempre, Dios te responde con algo.
Corremos tiempos vertiginosos. Nos volvemos locos en el día a día viendo calamidades en informativos y calamidades que nos afectan directamente. El tiempo está enrarecido y entristecido porque muchas veces nos vemos perdidos sin hallar una solución...Es tiempo de cortar por lo sano. Nos volvemos bipolares cuando sentimos que estamos perdidos en esta vertiginosa ascensión o bajada al infierno y nos sentimos impotentes ante un futuro incierto.
Cuando hago una oración, encuentro ese rinconcito de paz que me ayuda a seguir adelante. Son tiempos difíciles para comprender la situación actual. Uno pasa de Ucrania a Israel en el noticiario cuando de una parte u otra del mapa, estalla otra bomba cruel pero, ¿y mi corazón?¿ y el corazón de todos los inocentes que mueren por pertenecer a ese país?...A veces odio la política con la sinceridad de una oración y me voy a pescar. Todos los peces que pesco los devuelvo al pantano como hacemos los buenos pescadores. Veo amanecer con el frío del invierno pero en la orilla del pantano de Iznájar, se respira paz y buena compañía. Nace un nuevo día original en el horizonte cuando la naturaleza se pinta de colores poco antes de salir el Sol. Algo maravilloso está por acontecer y no se qué es...