lunes, 29 de marzo de 2010

La cara y la cruz

La mala fortuna de sufrir el dolor, marca nuestra vida para siempre. En momentos he llorado por mi mismo y en otros por sentir aquello que clama al cielo. He visto la amargura de quién la quiere ocultar y del que no la puede esconder. Intenté ser servicial y me lo agradecieron mucho en cambio, esa cruz que llevamos no se puede compartir pero sí se puede aliviar. Me sorprendo de la capacidad de soportar lo que creemos insoportable y de ese sacrificio que sólo se lleva en el silencio de nuestro corazón. Desde este punto de vista, aún creo en la vida y en esa facilidad de expresar la belleza por gracia del sentir. Tener afinidad por escuchar y comprender la vida, es una asignatura que nunca terminare de suspender porque el dolor y el placer de vivir, es manantial de varios caminos y en cada uno, influyen tantas cosas que no las puedo dominar...

Abril

Sentir que siempre espera un nuevo día
Escuchar como nace la luz
Volar dentro de uno mismo
Tiritar con el alma desnuda al amanecer
Nacer para vivir como nunca
Mirar cómo otros ojos te miran
Sonreír y llorar al mismo tiempo
Coger al azar el sentido de ser
Mirar al espejo y ver que eres tú
Sonrojar la mejilla y dejarse llevar
Escuchar el grito de lo hermoso que puede ser el silencio
Vivir queriendo de verdad
Vivir para amar de verdad
Cerrar los ojos y ver la luz interior
Ser Abril...eternamente Abril

jueves, 25 de marzo de 2010

Vivir para vivir

He pensado en la cantidad de veces que nos caemos y nos volvemos a levantar. En la infinidad de cambios que tomanos en la vida y en el precio que pagamos por ser lo que somos. Con frecuencia, mi memoria rescata imágenes del pasado con momentos que fueron decisivos para mi futuro. Esa magia de variar nuestro rumbo en el camino para tomar una determinada actitud, me mueve a pensar en la profundidad tan variable y plástica que podemos llegar a ser.
Sin lugar a dudas, aprender a pensar y a escuchar de todo aquello que nos rodea es algo preciso en la vida pero, ese mundo interior que no nos deja ni durmiendo está algo descuidado. Parece ser que tener un criterio propio y actuar de una manera particular, sigue sin ser aceptada por la mayoría. Los problemas personales son los mismos pero no su imagen de cara al público y para tener una autenticidad, hay que pagar un precio que puede ser bastante caro.
Entrando en la semana santa del 2010 las calles se llenarán de procesiones, velas, incienso y gente. La pasión de Cristo crea en mi interior algo conmovedor y creo verla a diario en muchísima gente. Me asombra ver todo aquello que está tan lleno de verdad, que ni el más insoportable ser se atrevería a poner su mano allí: No es corriente que suceda, pero pasa... Hace unos días escuché "La saeta" de Joan Manuel Serrat. En ella habla del día a día porqué solo quiere recordar a aquel que predicaba en vida y no en muerte....
La memoria de mi vida tiene multitud de imágenes y de pensamientos; de sentimientos y de valores rescatados de las cenizas por caerme y volverme a levantar.Desde aquí, invito a quién me lea para que piense que estos días son la necesidad de crecer y morir por una causa por la que valga la pena vivir...

lunes, 22 de marzo de 2010

Fusión de almas

Dar el corazón de golpe cuesta mucho. Pensar en lo que no debería, multiplica mis pensamientos por mil. Tanto más duele la realidad de este mi corazón que pide por favor no exigirle sino, darle. Amar no es seguir de ningún modo la naturaleza de reglas establecidas...Amar es decir te quiero sin saber un por qué. Hallar un amor que me comparta, nunca lo pido ni tampoco que me desespere de alguna manera... Amar no es entender a ciegas aunque te diga que sí. Amar, es sentir que me haces falta en lo más puro si aún no te tengo. Es lo que siento ahora...

Lola y yo.

lunes, 15 de marzo de 2010

Despierto y tú
despiertas en mí
como en cada
amanecer...

Entonces
soy hijo del
silencio
y tú, fruto
de mi recuerdo.

Abro los ojos.
Te veo en mi mente.
Me hablas con voz
eterna pues aquello
de lo tuyo y lo mío,
es y seguirá siendo
para siempre...

viernes, 12 de marzo de 2010

Lenguajes

Con frecuencia me habla el corazón y no lo entiendo. Tejo redes enmarañadas que buscan una respuesta pues mis palabras no lo alcanzan. Quizás este llorando, o triste y melancólico sin embargo la raiz de mi corazón se ríe de mí. El pensamiento es mitad de paz que me espera y mitad guerra por conseguirla. A veces no se bién a que rumbo van mis pasos perdidos mientras que los encontrados esperan en lo más profundo. Entender el lenguaje de nuestro corazón es tan simple que lo hacemos complicado. Dar un paso puede costar la misma vida o también podemos avanzar de una manera tan maravillosa que no lo apreciamos en su grandeza.
De todo lo visto y lo vivido me quedo con la niñez. Me encanta ver en un crío esa felicidad que recupera en un instante después de un llanto y de su capacidad de asombro. Observar esa mirada entreabierta llena de imaginación y de inocencia que se mezcla con una increible facilidad en aprender. Entienden el mundo de la forma más ingenua y de sus deducciones brillantes asombran a quién los escuche.
Una vez, se me ocurrió la idea de dejar mi mente en blanco y actuar prescindiendo de la palabra: me resultó imposible hacerlo. Por ahora pienso que el lenguaje más perfecto fabricado por el hombre puede que sea el arte en su más amplia expresión. En mi interior guardo melodías que tocan un fondo donde no llega la palabra. En un vuelo las identifico y siento un placer parecido al de comprender un mensaje poético. Escuchar una melodía favorita es como alcanzar un trocito de gloria pues las manos de un artista tienen un lenguaje tan íntimo, que roba el corazón con significados universales. No hay mayor placer que regalar los valores de esta vida.
Con frecuencia intento definir un enigma sin darme cuenta que en mi camino se aclaran las dudas menos buscadas. Vivimos detrás de una incertidumbre que alumbra verdades...

jueves, 11 de marzo de 2010

Absolutamente nada

Una noche de verano asistí al funeral de una estrella. Pudiera ser que dejó de existir hace cientos de años pero su recuerdo viajó hasta ese día. Me sobrecojió el silencio de la noche. Puse atención en aquel hueco negro por si su destello volvía a aparecer y nada...la nada más absoluta. Aquella noche pensé en la muerte callada y me siguen dando escalofríos por sentir esa frialdad tan llena de vacíos infinitos. El miedo a no existir me trae de cabeza y supongo que la vida trae más miedos aún. Quizás mi muerte sea más dulce que mi existencia y nada más poner los pies en el cielo, todo sea motivo de felicidad.
Recuerdo que la noche de difuntos era fría y con sabañones en los pies. Los nichos del cementerio tenían lamparillas de aceite y velas solitarias que alumbraban fotografías estremecedoras . Algunos niños jugaban con la muerte por las calles del cementerio, tan inconcientes que se permitían burlarse y alterar la paz eterna. La sala de autopsias se abría de tarde en tarde, cuando algún suicida o persona de muerte dudosa, era motivo de recurrír al médico forense para abrir ese cuerpo. Recuerdo a un funcionario del ayuntamiento que estaba encargado de ayudar en las autopsias. La gente comentaba que aquella noche ese hombre cogía unas borracheras tremendas.
Una noche me dió por subir al cementerio para ver desde lo alto el paisaje con luces de mi pueblo. Algunos viernes despues de trabajar, me dejaba caer por allí y hasta me comía una pizza. Escuchaba música a bajo volumen y mi mirada se paseaba por todas sus calles. Pero aquella noche no pude llegar al cementerio. Conforme me acercaba sentía un frío de soledad y un miedo que me aumentaba de una forma estremecedora. No pude llegar y quizás el hombre más valiente del mundo daría la vuelta al coche como yo lo hice. Desde entonces no he vuelto a subir al cementerio por respeto a aquel miedo tan atroz que sentí. Desde entonces, pienso que los difuntos descansan ausentes de ese miedo que sentimos los vivos a no sentir absolutamente nada...

jueves, 4 de marzo de 2010

Jazz madrugada

Aquella noche Bob Nelson estaba sentimental con el contrabajo. La gente quería un jazz más superficial, algo que les sacara de su depresión diaria pero Bob arañaba las cuerdas como un perro viejo cansado. George estaba apoyado en la barra muy pensativo y mirada viva, planeando de qué manera sacaría el jugo a la noche. Los habituales del club, Paul, Preston, Jim, Thomas, Nick...parecían ausentes. Morrison tocaba el saxo a las ordenes de Bob y Carl tocaba el piano pensando en qué manera pagaría la pensión del mes. Las lluvias de febrero se prolongaban en marzo y el olor a humedad, cigarrillos, porros y alcohol, se mezclaba con el edor nauseabundo de los sevicios. Susan buscaba detrás de la barra al amor de su vida y pasaban los días y muchísimas noches sirviendo copas infestadas de malas proposiciones.
Eran las seis de la madrugada. Aquella noche había pasado sin pena ni gloria. Los músicos ya se habían marchado menos Bob. Bob era un hombre oscuro que hablaba a través de su contrabajo y Susan siempre quiso saber de el. A veces la noche es confidente de lo que nunca se cuenta y en lo más inesperado, el corazón habla en la palma de la mano.
Susan puso una raya de coca en un sobre azul diciendole a Bob que era de la buena ( palabra de George ), que solo debía de aspirar y aspirar pensando que ese papel era el cielo y la raya, una nube almidonada. Susan era de las mujeres que no se acobardaban en la mirada y nunca rehuía de las pupilas más valientes. Bob sin embargo era tímido y hombre de pocas palabras que adoraba la soledad y la noche. Los pechos de Susan pareceían que iban a reventar cuando descansaban sobre la barra y eso a Bob le ponía nervioso.
Ella sonreía al ver su gesto y le dijo...
- ¿Las quieres tocar?...Estas son pata negra como tu música...Anda pon tu mano aquí, verás como late mi corazón.
Bob ardía en deseos. En su frente brillaba el sudor y Susan tenía morbo por los hombres como el. A Bob nunca le gustaba que nadie dominara en sus sentimientos y a pesar de su timidez, solía decir la verdad a la cara. Susan tenía un sexto sentido y se puso a llorar sin saber bién el motivo...Bob le dió su pañuelo y ella enjugó sus lágrimas pensando que se había equivocado otra vez. Perdona -le dijo- a veces confundo el deseo sexual con el amor y me llevo desengaños. Te juro que no soy así. Bob sonrió y valoró aquella sinceridad.
- A veces los pasos perdidos son los mejor encontrados. No olvides que el deseo sexual y el cariño van unidos pero yo valoro mucho más mis sentimientos. Quizás la persona más inteligente de esta vida es virgen.
Susan sonrió por aquel comentario y Bob a las 6.30 acercó sus labios y la besó...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Ecos de un recuerdo

El recuerdo tiene ecos que se repiten como el sonido. Aquel sentimiento que de la nada nació, vuelve a volar por mi mente en el momento más inesperado. La mayoría de las veces aquello que sentí está ausente de fechas y de palabras y aquella sensación me transpota de un tiempo a otro como si fuera algo eterno. Volver a sentir el valor de lo emocional me hace pensar en la riqueza infinita que posee cualquier persona. Pienso que Dios hizo muy bién su obra para que nadie alterara este diamante en bruto pues ya sabemos que estamos acostumbrados a destruir lo más valioso de la vida. Cuando una persona se baña en sus sentimientos como quien cuida su amor es sabido que nunca sentirá la soledad. Dar un paseo por los sonidos, las imágenes, el olor, el tacto...adentrarse en su propia intimidad y profundizar allá donde no llegan las palabras, no tiene precio.
Vivir en armonía con el mundo que nos rodea y comprender a la gente me resulta dificilísimo a cada intento y sin embargo, todos somos hermanos gemelos. Gracias a la memoria muchas veces comprendemos aquello que nos sucedió pero también parece que vivir es producto de una continua duda. La certeza de encontrar unos cimientos sólidos para no andar perdidos, puede que sea la cartilla primera para empezar a ser lo que realmente somos y así vivir con nuestra propia identidad...