martes, 30 de agosto de 2011

c/ Arroyo Nº 7

La sensibilidad y los recuerdos se unen muchas veces para que nuestro pasado tenga tintes inconfundibles. Siempre digo que los sentimientos tienen más edad que cualquier persona y es algo que se nos olvida muy a menudo. Para mí, la unión de una familia es fundamental y el crecimiento personal depende mucho de todo aquello que nos caló el alma. Nuestros recuerdos poseen una identidad tremendamente cargada de matices por todo aquello que nos sucedió alguna vez. La vida emocional de cada persona, se alimenta constantemente de infinitos detalles tan profundos, como sinceros. Volver al pasado es recoger los ecos de lo que quizás sólo se repita una vez el resto de nuestra vida...
Ansío compartir mis sentimientos; descubrir tantísimas cosas que corren por mi cabeza que no quiero llegar a viejo por desconfianza de dar mi fé de haber vivido. Me vuelco en la gente por escucharla y ser escuchado porque el secreto de vivir está en aquello que se suele asesinar muy a menudo.
Cuando cerré la puerta y le dí dos vueltas a la llave, la casa se quedó sola, dormida, como una barca en un dique esperando el desguace o un comprador que la remoce y la haga navegar de nuevo. Allí quedó la voz oscura de la abuela, su primera propietaria, sus bisbiseos nocturnos cuando todos estábamos acostados y ella rezaba sus últimas oraciones, las risas de la juventud de las muchachas de la siguiente generación que no paraban de reir y llorar en los tiempos oscuros de la guerra civil, los miedos y las palabras entrecortadas, las noticias que corrían de casa en casa con el miedo de la guerra, las tardes de costura de la vieja máquina de coser que había de esperar la hora en que acababa Ama Rosa, una de las novelas de la radio que entretuvieron las tardes de aquellos tiempos amansados de las posguerra. Rodaban los tiempos duros de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.Se ha cerrado su puerta pero dentro ha quedado encendida la lumbre del amor, las risas y la felicidad que allí se vivieron. Por cierto, mira al sur y, cuando se abría la puerta en las tardes de febrero, el sol ya calentaba y se paseaba por todo el zaguán y el borde de humo que separaba el sol de la sombra marcaban el tiempo lento de aquellos años.
Hoy, mis ojos se humedecen lo justo. Mi corazón dá algunas pulsaciones más de lo corriente por poder escribir y compartir aquello que forma una cadena entre las personas y sus corazones...Sin duda, los sentimientos tienen más años que nosotros pero recordarlos, me hacen ser aún más joven por dar ese impulso a seguir viviendo de esta manera. Pase lo que pase, jamás separaré injustamente a las personas que han formado parte de mi vida y todo aquello que de alguna manera lleva nuestros nombres...
Tengo una amiga que se sabe de memoria un camino infinitamente recorrido y ahora recordado...

Por Pepe y Buscador.

2 comentarios:

DAMARISS dijo...

Buenas!...Muy bonita reflección del pasado ...en la que yo pude deslumbrar que ahora viviendo tú precente son la cosecha de las semillas sembradas sembradas en tú pasado y que no puede uno esperar lo que no esta dispuesto a dar ... adelante señores sigan compartiendo lo lindo que llevan en su interiorun beso buscador

InsolenZe dijo...

Sublime...
Que bella forma de transmitir.
Me alegro de volver por tu casa mi buen vecino.
Prometo hacerlo mas, aunque solo sea a molestar por pedir sal.
Un beso.