martes, 22 de enero de 2013
Vida sana
El Jazz no era un juego en esos momentos. La sensibilidad tocaba cosas serias y Scott Hamilton, aprovechaba los momentos emotivos para trasmitir seguridad en esa gente que se siente perdida....
... "A lo mejor, la profundidad de la vida y su sentido, carezcan de las palabras sonoras para devolverme a la realidad de las cosas"; pensaba Hellen girando su copa llena de ron blanco y besos con color a carmín...
Aquella noche, era una noche de solitarios borrachos de entre semana y Scott, sabía muy bien como consolar a los corazones ebrios. Su música, actuaba como vaselina que las farmacias suelen vender a las prostitutas para no sentir dolor y Susan, estaba medio perdida entre recuerdos de nunca jamás. Aquel solo de saxo le cortaba la respiración pensando y temiendo cosas que son solo de gente que ya esta perdida y sin remedio. Adams, apuraba su whisky y su último Dólar: Hablaba en monólogos de locura esquizofrénica como queriendo hallar una razón donde tan sólo había enfermedad.
Las miradas perdidas en el Club de Jazz, estaban abarrotadas de corazones solitarios. La crueldad del invierno, buscaba asilo en consultas de psiquiatras y a media noche, los bares, pubs y clubs, estaban atestados. La razón se amortiguaba con la música de los corazones perdidos, muy muy a pesar, de las prescripciones que recomendaban los medicamentos...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario