lunes, 5 de abril de 2021

La canción del espantapájaros

 

 

 


  Con los brazos en cruz se divisaba el espantapájaros en lontananza. Llegaban los días de primavera; cuando las aves fabrican sus nidos y los campos están verdes en flor. El muñeco, clavado sobre una estaca, tenía por cabeza una calabaza. A veces con los vientos del sur su cuerpo se balanceaba como un borracho y las noches de tormenta, negras historias le contaba su abuelo cuando las sombras dan vida a lo inerte...Cada noche, ruidos tenebrosos no la dejaban dormir. Las persianas de las ventanas parecían llamar al vidrio y los relámpagos daban vida al espantapájaros que se acercaba al cortijo para merendarse a un niño. Natalia escondía su cabecita entre las mantas mientras afinaba el oido como guardián de la noche mas ninguna noche sucedía nada de nada.

Con tres años tedría que ir a la escuela al llegar el otoño. Su imaginación era manantial inagotable sobre qué sucederá cuando la dejen sola entre desconocidos. Apenas se alejaba de la casa y adentrarse por los sembrados no era buena idea pues allí estaba el espantapájaros para comerse a los niños.

Llegó el verano. Los días pasaban y pasaban llenos de luz. El horizonte se incendiaba cuando caía el atardecer pero aquel muñeco con los brazos en cruz hacía parecer que la llamaba por su nombre en su  silencio...El otoño ya se acercaba. La cartera se la compró su abuela Carmen y su madre le contaba historias de cuando tenía su edad para ir a la escuela caminando casi al amanecer. Pero Natalia le tenía miedo a todo. No quería abandonar el cortijo, ni siquiera marchar lejos de su casa cuando recordaba las historias del abuelo.

Finales de septiembre venía con olor a tierra mojada. Se acercaban las lluvias y la escuela, los días eran  más cortos, los miedos acechaban más cercanos con la fantasía de una niña llena de historias que mezclaba sueños...

Volvía a soplar el viento del sur, volvían las persianas a llamar en las ventanas y los perros ladrar en la oscuridad pero, quiso vencer sus miedos. Su madre regañó al abuelo por asustarla; le dijo que ella era una niña valiente y que si alimentaba los miedos, estos la llenarían de angustia. Cerró los ojos debajo de la sábana como siempre y se quedó dormida pero esta vez, los sueños no vinieron con miedos. El valor de su corazón ahuyentó las pesadillas hasta coger el toro por los cuernos y desperto con el valor que creía no tener.
 

Todos dormían, la Luna iluminaba los campos y ya no tenía miedo. Se adentró en el campo cultivado, el miedo quiso retenerla pero mayor era su determinación hasta que llegó al espantapájaros donde pudo ver que tan sólo era un muñeco. De una patada lo derribó y aquella noche, con el cielo estrellado, algo valeroso se instaló en su corazón mucho más profundo que el silencio.

 

 

7 comentarios:

Albada Dos dijo...

Imaginé ese campo, y ese espantapájaros, así, de brazos en cruz, viendo el tiempo pasar

Un abrazo, amigo

Susana Moreno dijo...

Me he sentido en el corazón de esa niña. Un beso

Campirela_ dijo...

Que lindo relato nos has dejado, lleno de esa amiga que es ver el campo. Un abrazo y cuidate .

lillymarmat dijo...

Muy bueno tu relato. La niña vence su miedo al fin, pero el pobre espántapajaros termina en el suelo, inocente de todo. Los tordos se aprovecharon para comerse el grano. Ellos, como la niñita, habían perdido el miedo. jaja

Rafael dijo...

Un bonito y tierno relato con el miedo de fondo.
Un abrazo.

eli mendez dijo...

Así son los miedos, a cualquier edad. Tú lo relatas estupendamente en la vida de esa niña, que como a tantos sin querer e inclusive a veces como una gracia, se les cuentan historias tenebrosas que según la edad o las características del niño, ´pueden pasar de ser disfrutables a resultar verdaderas pesadillas.
Todos los niños no son iguales como no lo somos en nuestra vida adulta. El miedo es un inhibidor natural, nos paraliza, nos impide realizarnos y descubrir la totalidad de nuestras capacidades, aptitudes y destrezas. Tiene que aparecer una determinación acerca de "dejar atrás el miedo" para que realmente comencemos a vivir en plenitud. Te dejo un abrazo enorme Buscador!!!Hoy nos has dejado un relato/reflexión Estupendo!!!

Sandra Figueroa dijo...

Muy bonito relato, pobre espantapájaros, en estos tiempos ya ni las aves le tienen miedo al espantapájaros. Saludos amigo Buscador.