martes, 13 de octubre de 2009

Pensar, sentir, vivir...

Sin duda no hay nada comparable al cerebro humano. De todo lo que me rodea nace tal riqueza, que necesitaría infinitas vidas para guardar lo maravilloso que es este mundo. Si aprecias un libro, una persona, una música,un detalle de la vida diaria, un paisaje, la sensación de algo...todo...hasta el más ínfimo detalle, eso te lo da tu mente. En ocasiones somos tan estúpidos que pensamos que aquello que percibimos no es nuestro y sin embargo, somos nosotros mismos en lo que sentimos. El pensamiento es un músculo que hay que ejercitar con muchísima voluntad y tarde o temprano, recogemos de el sus frutos. Nuestra vida es una película particular que se presencia en primera fila y no termina hasta que llega la muerte. En la educación del pensamiento está la aventura de vivir y no debería de estar prohibida para nadie. Cada persona es irreemplazable y con frecuencia muchos mueren en la más miserable de las miserias. Nuestro mundo interior es la mano que se tiende al futuro; un diamante en bruto que se pule poco a poco. Cuando veo a la gente por la calle, noto en sus ojos y en mi imaginación una historia que puede ser la suya. Hay en sus ojos tristezas, dolores, alegrías y sueños. Sus vidas no son sus vidas sino la vida que cada una de esas personas imagina. Quizá a mí me pasa lo mismo. Innumerables veces he pensado que no soy lo que de verdad soy sino lo que soy para mí; lo que imagino ser, pero con el tiempo y la constancia todo se aprende.
Cuando alguna vez he bajado por esa escalera oscura que da a los sótanos de mi mente, veo que allí está mi verdad y quién soy yo en realidad; siento quien eres tú en tu verdad y puedo comprender que todo lo que sientes porque yo lo puedo sentir. Para llegar a ese sótano hace falta tener un poco de valor y no caer en el engaño de lo superficial. Se siente la vida tal como es sin trampa ni cartón y la sencillez, es la reina de la fiesta. Llegar a ese estado no cambia lo que somos pero sí nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea. En el sótano del pensamiento está la clave de la seguridad en uno mismo y las puertas de la libertad, la inteligencia, la verdad, la flor de aquello que no comprendíamos y ahora basta un soplo para saber de qué se trata. Hay una canción de Radio Furuta que se llama "La ciudad interior" y en ella dice esto: "Una quietud más veloz que la luz recorriendo la ciudad...". A veces sin duda la vida se nos hace difícil y lloramos hasta preguntarnos que es lo que nos está pasando para tener tantos sin sabores. Nos miramos al espejo del cuarto de baño para ver nuestra alma y todo nos parece un caos...En ese sótano, también existe la miseria pero su remedio puede a los sin sabores del corazón: Los pasos perdidos, son los mejor encontrados.

Por Pepe y yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces los sótanos interiores tienen muchas escaleras, a veces se suben y se bajan muy a menudo, a veces uno se cansa de bajar. Pero siempre hay un hilo de seda que tira de ti y te eleva a la superficie.

Namyra.

Anónimo dijo...

No sería capaz de escribir como tu escribes partiendo de cuatro frases mías. Enhorabuena.
Pepe