domingo, 4 de julio de 2010

Fragilidad

Hay quién se depila el cuerpo entero y se queda tan pelado como los pollos que cuelgan de las carnicerías. Se acuestan con gente que apenas conocen. Visten de la forma más elegente y no quiere que nadie les huela los pedos que se tira en algunas ocasiones cuando mea. Se ponen miles de potingues y perfúmenes que van dejando su rastro por las aceras. Aseguran que no les gusta el chorizo frito porque deja mal aliento y mucho menos la morcilla porque tiene unas hebras que se mete entre los dientes y no les deja reir. Van a los gimnasios para muscularse con pastillas, siguen dietas ecológicas o solo comen lo justo para no engordar, se miran en todos los epejos y los escaparates de las tiendas, utilizan palabras chic y hasta llevan tatuajes sofisticados que carecen de significado. Acumulan un nivel de vida tan alto y unos cimientos tan poco profundos que curan su ánimo con algo de coca, alcohol o alguna droga y...vuelven a sentirse bién.
De pronto la vida le pasa factura. Su mirada se vuelve para ojear su corazón y solo encuentra precipicios que dan vértigo. Miran su pasado, su presente, al espejo del cuarto de baño y siente que está hundido además de perdido. Lee infinidad de libros de auto-ayuda y todos esos consejos ya los sabe de memoria. Sufre la frustración de encontrarse en tierra de nadie por sentirse un fracasado y teme que el mundo va a explotar de un momento a otro... Anda por la cuerda floja cargada de sueños rotos y aislado de alguien que le de calor hasta que un amanecer de camino a casa, llorando, vuelve a ser el mismo en su sentimiento más genuino; aquello que tenía dormido. ¿Volverá a ser el mismo?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final de cada uno siempre está y aparece la esencia de lo que se es, puedes ponerte y cambiar dos millones de veces de careta pero solo hay un ser en el interior de cada persona.
Namyra