domingo, 26 de febrero de 2012

Thomas y Susan

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La primavera traía aires nuevos. El olor a tierra mojada, los días más largos... el sueño de vivir para vivir; de viajar para expandirse y conocer mundos interiores...La vida la empujaba como polen que viaja con las abejas a Dios sabe donde se posará. Susan era feliz con sus sueños de chiquilla y Thomas, la amaba tanto que le regaló su libertad.
"Las fronteras dejan de existir cuando se cumplen los sueños", le decía Thomas en un esbozo de no soltar una lágrima. Le tomó la mano como quien siente la sabia fluir por las venas y ella temblaba con olor a jazmines y a dama de noche, a canela y perfume de rosas rojas. Sus ojos brillaban como luces de luciernagas a media noche en los cristales de Thomas y Susan, se sentía desnuda de sentimientos. Thomas acariciaba justo en sus dedos el pulso de los dos en la mano fría de Susan...La noche brillaba por todas partes y se respiraba un aire ¡¡tán límpio!!, que el corazón de los enamorados es viajero para unirse en el balcón de la luna...Keith Jarret hacía un solo de piano para una despedida. Thomas dijo que nunca jamás la olvidaría porque a partir de entonces, la seguiría olvidando día tras día, noche tras noche , hora tras hora...
Thomas abrió la mano y Susan esbozó un suspiro porque aquel adiós era el más definitivo. Nunca amaría a otro hombre como a Thomas y su mano fría sentía aun más frío si cabe. El cuerpo temblaba por la emoción y el corazón, se le salía por los labios rojos como en una película en blanco y negro. Se miraron fíjamente y de un golpe de corazón, se abalanzaron a unos labios sedientos de placer; tan perdidos como lo imposible. Susan lo empujó y se fue llorando, riendo calle abajo donde una nueva vida le separaría definitivamente de Thomas...
El, el hombre más solo del mundo, comenzó a olvidarla como quien lucha contra el destino. El silencio del corazón le hablaba de la soledad más absoluta pero Susan, lo sentía a cada día y a cada hora, a cada mes y a cada año...a cada eternidad...

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