lunes, 28 de junio de 2010

Una lágrima entre un millón

A veces me pregunto si la soledad tiene razón de ser en algunas ocasiones. Hace muchísimo tiempo que no la padecía pero ayer domingo sentí ese desasosiego. Me acordé de mucha gente que vive y va sola por la calle; hombres, mujeres, mayores y no tan mayores que los conozco de vista desde siempre. Ni siquiera se sus nombres y cuando los veo por la calle, su silencio trasmite una peculiar soledad.
En este pueblo vive la gente más variopinta y gracias a mi trabajo me doy el gusto de conocer algunos de sus personajes. Cuando me abren las puertas de su mundo, me quedo poco menos que fascinado por esa riqueza interior. Tengo muchas veces, tantos recuerdos de tantísima gente olvidada... Esta soledad parece que es un virus que se transmite rápidamente conforme va pasando el tiempo pues la gente tiende al aislamiento olvidando las buenas costumbres vecinales. Pero en muchos casos es una soledad aparente y no un sentimiento de desgracia.
En mi caso puedo decir que mas o menos soy una persona solitaria por haber elegido esta forma de vivir. Pero como pueda creer quien me lea, no me siento de ningún modo un desgraciado ni mucho menos. Estos 41 años no los cambio por nadie y no es una vida para tirar cohetes solo, que me siento muy a gusto conmigo mismo. Por eso ayer saltaron las luces de alarma al sentir esa frialdad. Lo negativo aparece por arte de magia trastocándolo todo y me sumerjo en un mar de dudas que antes creía olvidadas pues es un estado donde una lagrima y un espejo te hablan a la cara a veces, solo a veces, cuando buscador tiene ese sentimiento que no tiene razón de ser y que aparece de vez en cuando...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay una canción de Serrat que tiene estos versos tan hermosos: De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
Asi que no te preocupes, aunque derrames un millón de lágrimas.
Namyra.