jueves, 8 de agosto de 2013
Domingo Guzmán
Desde hacía unos días, Domingo recordaba aquellos días de verano. El calor del medio día, las puestas de sol, la piscina municipal, el helado de hielo por 5 pesetas, la intimidad de sus pensamientos... Tantas cosas en detalles que daban su fruto en momentos de nostalgia. Sin duda aquellos años fueron muy felices. Su memoria fotográfica guardaba instantes y sin saber por qué, regresaban con toda nitidez y sin fecha señalada. Los sentimientos se clasificaban con cada recuerdo como si fueran el sabor de un caramelo o el tacto de sus manos grabado para siempre...
Pasaron aquellos años de tiempo lento, de detenimiento para su sensibilidad y riqueza de espíritu. Cualquier cosa era motivo para volver atrás por necesidad de haber vivido. El origen de su identidad se unía a su memoria y sus recuerdos, al mundo entero. Domingo formaba parte de un entramado que enlazaba con otras memorias; otras gentes...sus amigos, su familia, gente desconocida y tantas cosas indivisibles que le hacían no sentirse solo. Sin duda la nostalgia tenía también tristeza. Volver a todo lo que de alguna manera formó parte de el era como lanzar una piedra al horizonte; verla volar en una parábola perfecta y perderse Dios sabe dónde...La emoción y la nostalgia; lo dulce de la tristeza hecha melancolía era algo inevitable cuando volver al pasado, es como regresar al origen...
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