viernes, 16 de octubre de 2020

La voz que nunca cesa

 

 

 Nunca pude saber qué Dios ni a qué representaba aquel cuadro, pero me gustaba. Polvoriento y en el mismo sitio del desván, pasaban los años olvidado de todos menos de mí. Cuando lo descubrí, algo bullía en mi interior; era una voz que no era de palabra sino, un sentir. A veces sentía miedo, otras curiosidad y otras tantas, como si su presencia me reclamara, mucha paz interior...Su mirada era firme y cálida, su expresión, la de alguien poseroso que habita nuestro interior.

Pasaban los años. Mis padres se hacían viejos, mis hermanos se echaban novia y la casa necesitaba de reformas que no llegaron al desván. Nunca subía solo al desván sin mi madre pero aquel cuadro, seguía en el mismo sitio por muchos inviernos que pasaran. Yo a veces tenía sueños, otras veces pesadillas sobre el futuro y otras noches, me desvelaba con miedo pensando en ese Dios lleno de soledades y ausencias que me llamaba desde el fondo de mi corazón...

El desván de mi casa estaba cubierto de vigas de madera y un ventanuco sin vidrio que lo ventilaba. Allí se guardaba de todo; hasta ropa de bisabuelos. En los días de verano aquel lugar era una sauna y en el invierno, la fría oscuridad de una tarde que me calaba hasta los huesos.

Sin embargo, como cada noche, mi mirada se alzaba al techo de la habitación y yo le hablaba a aquel Dios de forma sincera porque en el despósitaba mi confianza. No quiero ser fantástico, tampoco me acuso por loco pero, una noche de primavera, ese Dios anónimo me respondió con un sentimiento especial...A partir de entonces, mi vida cambió en muchos aspectos porque aquella voz me indicaba o decía que camino tomar...Ahora, a la vejez de mis años cumplidos, todavía llevo esa voz en mi corazón.

Siempre hubo una frontera entre esa deidad y la mía; como si fuera un secreto íntimo para nunca revelarlo a nadie porque nadie tenía qué saberlo pero, yo quise saber su origen o qué significaba. Mi padre murió y por su falta en la casa, mi madre también enfermó. Fué entonces cuando le pregunté sobre el origen del cuadro y el nombre de aquel Dios o qué representaba. Mi madre alzó su mirada y me dijo que no lo sabía tan solo que mi abuela lo trajo de otra casa olvidada y que mi abuelo, lo desterró al desván.

Una tarde, cuando regresaba del trabajo, fuí a visitar a mi madre. Ya contaba con casi 80 años y por primera vez, me dispuse para subir al desván solo. Durante años aquel espiritu me había acompañado en momentos cruciales de mi vida y quise llevármelo a mi casa. De alguna manera, aquella frontera quise romperla con ese gesto pero, cuando subía las escaleras, un miedo se hacía cada vez mas y mas patente a cada peldaño. Un pánico hizo qua me detuviera antes de llegar a lo alto; un frío gélido me paralizó en seco y tuve que dar marcha atrás.

Mi madre murió y la casa fué vendida y derribada para hacer pisos. Me pregunto qué cosa ocurrió en mi corazón para sentir tal pánico en el corazón. La imagen de aquella deidad flota en el ambiente de mi casa y en mi pensamiento y siempre, sin previo aviso, su voz me acompaña y conseja para decirme que hacer o no...

San Agustín afirmó una vez:
Yo soy de dos y estoy en cada uno de los dos por completo...Sin ser un santo a estas alturas de mi vida, yo lo subrayo.

 

 

7 comentarios:

Campirela_ dijo...

No me voy a repetir amigo, gran texto el que nos dejas. Felicidades y un abrazo .

Recomenzar dijo...

Me gusta lo que has escrito
creo en Dios y lo siento a diario Un abrazo desde lo lejos

eli mendez dijo...

Un relato muy interesante porque creo que nos enfrenta con situaciones que todos hemos vivido o experimentado alguna vez. Están los que se atreven a contarlas y los que guardan las mismas como secretos porque temen lo que pensaran "los otros" si comentan sobre estos pensamientos y situaciones que rondan lo "sobrenatural".
Los interrogantes acerca de Dios nos ponen desde niños frente a la creencia de cada familia, porque todos la tienen y así vamos construyendo una visión "propia". Ese Dios que vamos alimentando en nuestro interior se nutre y/o sufre por muchos de nuestros comportamientos y acciones a lo largo de la vida.
Me atrevo a pensar que lo que en el relato describes como "pánico" en realidad es la percepción de algo que no deseas que suceda y que sucederá , en este caso la muerte de un ser querido.
Siento que cuanto mas estamos en comunión con nuestro Dios , en comunicación con El,mayor es la capacidad de percibir hechos.
Me ha gustado el cierre del relato con la cita que sugieres..
Te dejo un abrazo y el deseo de una noche bonita!

Siby dijo...


Mi amigo grandioso lo que
escribiste, sinceramente,
la fe y la creencia en Dios
es lo verdadero.

Besitos dulces
Siby

Albada Dos dijo...

La fe, incluso en una deidad de un cuadro del desván, puede ser un salvavidas. Y no se olvida que está cerca, a no ser que desaparezca.

Un abrazo, amigo, buen finde

Susana Moreno dijo...

Muy impresionante. Un beso

Meulen dijo...

La única,certeza es que el Dios verdadero no es una deidad cualquiera...

Y El bien claro lo señala, es un Dios celoso y como todo lo creo EL mismo, no se tendrá por dios otros dioses ,ya sea cosa del cielo, de la tierra o debajo de ella y del mar...