Llegar a viejo

 

 

  Cuando cumplimos cierta edad, vamos mermando en nuestras facultades y cada persona, tiene una cierta edad para sentirlo. En mi caso hay cosas que se me olvidan y ando más descuidado con la edad por eso de que ya mismo cumplo 55 años...

Aún me queda la madre viva. Cuando hablo con ella por teléfono, habla ya sin fuerzas; cansada de tanto cuidar a un marido y 4 hijos. La recuerdo siempre trabajando incansablemente además de ser un pilar para el negocio familiar. Ella, después de los años cumplidos, es la perdedora de la familia. Tiene inquietudes por aprender en el crecimiento personal y llora por los sueños que no se cumplieron. En mi cabeza circula la idea de nunca casarme; de vivir para cumplir con mi trabajo y atender mi vida sin más complicaciones. Llegar a viejo es algo que si se llega a cierta edad, ha de hacerse con un poco de cariño después de dar tu vida por la familia.

Ella tiene las ilusiones de una niña. Mañana la llevo al neurólogo y la siento tán frágil, que cuando tomo sus bracitos para levantarla, parece que se van a romper. Le gusta la música que le pongo y a pesar de la edad hay facultades que solo se perderán con la muerte. Los niños al nacer salen por una rama u otra de la familia y yo he salido a ella. Tiene gestos naturales que también son míos y eso, no se aprende. Se ha pasado la vida soñando con cosas que la ayudaban a vivir...

Pronto me dejará. Ahora le cuesta caminar y mañana, Dios dirá.