Vuelvo a participar en los encuentros de los jueves. Esta vez es Patricia de Artesnos de la palabra quien nos invita a un nuevo relato en el cual me ridiculizo yo. Os dejo el enlace de su blog no sin antes quedar agradecido por el esfuerzo que supone ser la anfitriona de este encuentro.
Gracias de Buscador.
Artesanos de la Palabra: ¡ Qué Vergüenza!
No sé muy bien cuanto tiempo hace que no bailo. Recuerdo a mi hermano que se avergonzaba de mí por ver a 1.80cm bailar de esta forma tan destartalada.
Todo ocurrió un día de fiesta de Navidad. Mi colegio cantaba villancicos o preparaba obras de teatro y yo, debutaba como bailarín al son de los Bee Gees. Recuerdo la foto de aquel maldito single donde John Travolta disparaba su dedo al cielo en medio de una discoteca con luces multicolores y las chicas de mi pueblo se lo comían a besos. Yo por entonces era un chico atractivo...elegante...con clase...golfillo como debe de ser...Total, un tio con gancho al que las chicas soñaban con el de la forma más coqueta y permanente. Mi profesora me animaba por creer en mí dotes para el baile y todas las chicas de mi clase se me ofrecían por acompañarme y hacer coros a este gilipollas (me refiero a John Travolta).
En el día del estreno no se cabía de gente en el salon de actos. Mi profesora tenía fe en que todo saldría bién y las chicas de mi clase se sabían de memoria cada paso y pirueta...Por el megáfono, la chica de moda de la clase me anunciaba como el John Travolta de Rute (cosa que esa presentación no me agradaba lo más mínimo)y la música comenzó a sonar.
A veces pienso si mi sentido del ridículo se debe a ese baile estrafalario; mover mi piernas de alambre como la gallina turuleta o por escuchar los silvidos y las protestas más oscenas del distinguido público. Total un desastre... Sin poder evitarlo aquella actuación marcó mis dotes expresionistas y ahora sólo bailo en privado. Me da vergüenza recordar aquel show y mi profesora nunca jamás me refirió nada de nada...y tampoco mis compañeras de baile. Aquello quedó oculto y sin opinión durante el resto del curso; como un familiar que omite la vergüenza de su familia...
Pero esta tarde me dio el gusanillo de volver a bailar. Me he comprado un CD maravilloso y aquí, solo en mi casa, mis piernas me recordaban aquellos pasos de baile y he de reconocer que me he sentido feliz. Si me vierais con qué estilo muevo mis piernas y me agacho y me levanto, salto y corro por mi salón, parece que estoy corriendo detrás de los perdigones por el campo. Ahora os dejo, que tengo que bailar...
Buscador.
1 comentario:
Una buena anécdota, y lo importante fue participar, el baile ya se aprenderá y si no es asi, no pasa nada. Pero seguro estay que al menos diversión la hubo. Un abrazo.
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