viernes, 24 de enero de 2025

Todos se fueron.


 A estas horas de la madrugada, las calles están desiertas. Hay farolas inertes y sin luz, otras donde la luz parpadea sin cesar y otras pobladas de mosquitos que buscan calor. No se escucha nada en la calle y todo es un silencio sepulcral...El reloj de la plaza da dos cuartos que podrían oírse fuera del pueblo pues es tal el silencio que nunca lo conocí de esa manera.

Entro en mi casa. La televisión da fallo de emisión y no emiten nada. Pongo la radio al acostarme y ocurre lo mismo para sintonizar una emisora. No pasa ni un coche por la calle ni por el tabique de mi habitación llegan sonidos del vecino y apago la luz.

Despierto a las ocho de la mañana. La persiana deja pasar un rayo de luz huidizo y voy al baño para ducharme. No reparo en nada especial pero ese silencio que había al acostarme sigue existiendo ahora. Pongo la radio sin encontrar una emisora, enciendo la tele y no se ve ningún canal. Por la ventana de mi salón se ve la calle desierta y todo parece extraño. Desayuno y salgo de mi casa para ir al trabajo pero, todo está desierto; muerto o desaparecido. Las tiendas están cerradas, los supermercados también, el ayuntamiento tiene las puertas cerradas y los coches no andan. Llamo con mi móvil a algún amigo pero no hace llamada y los bares también están cerrados. Un presagio oscuro recorre mi cuerpo cuando descubro que soy el único habitante de mi pueblo.

Escucho el llanto de un niño que está escondido debajo de un coche pero no es un niño, es un gato que se ha escondido despavorido por alguna causa. Pasada media hora ya me convenzo de que soy el único habitante que ha quedado en la tierra y me pongo a llorar y a gritar porque rezo que todo eso sea una pesadilla o una broma.


2 comentarios:

Campirela_ dijo...

Una situación angustiosa al máximo nivel. Un abrazo .

Susana Moreno dijo...

Què impresionante. Un beso