jueves, 17 de septiembre de 2009

El despertar de tus palabras

Sentado en el filo de aquel puente, sus piececitos se tambaleaban adelante y hacia atrás, a un lado y hacía otro. La inmensidad del vacío le daba miedo cada vez que miraba las aguas turbulentas que pasanban sin piedad y aquel horizonte, era otro infinito donde los aviones marcaban lineas blancas tan valientes que no les daba miedo la inmensidad. Su miedo aún abría abismos por vencer. Quizás, la naturaleza le puso límites donde otras almas avanzaban tan rápidas como aquellos aviones. Deseaba ser mayor con urgencia para vencer sus miedos porque su padre, nos los tenía. "El cielo está lleno de nubes valientes"...pensaba... y recordó aquella frase que alguien le dijo una vez: "Las nubes son rios que ya conocen el mar". Soñaba con alcanzar aquello tan inmenso que sentía en el corazón; aquello tan inabarcable que le hacía desear ser mayor...

Hoy, al cabo de los años volvía a recordar aquella tarde que le hizo un poquito más maduro pero...aún ahora, tenía miedos que se perdían en el infinito de su corazón. Su mejor amiga le decía una y otra vez:
" Mira por encima de lo que ves y me verás a mí. Recuerda aquel horizonte de tu infancia que aún se expande frente a tí. Si vieras en tu interior la profundidad que veo en tu mirada serías el rey del mundo. Ten confianza en el infinito y lo que te hace sentir porque en él estamos los dos. Te enriqueces con todas las cosas pequeñas que te rodean y por ello te admiro, parece que no necesitas más de esta vida y yo, siendo mujer, espero de tí lo más grande que puedes llegar a sentir. A veces tengo celos de tu forma de vivir por ser tan tuyo y otras... siento el amor de darte lo que necesitas para ser libre de verdad...Pienso que tu humildad en necesitar poco rompe mis límites pero, es tan bonito lo que te quiero enseñar... "

El otoño se acercaba con prisa cubriéndole la cabeza de canas y aún así, volvía a sentir como un niño. Nunca perdió la inocencia y menos aún la capacidad de ver las cosas de una manera especial. Quizás, pensaba, el secreto de vivir no está en la conciencia de las cosas sino en todo aquello que forma a la persona y que sin ser insignificantes parecen enormes para otra gente...quizás la sencillez nos abre la ventana a lo no conocido, a la enormidad de todo aquello que es capaz de sentir el ser humano. La nostalgia de su amiga le abría el recuerdo de infinitas cosas y sin saber porqué, una lágrima se deslizó por la mejilla...prufundizó aún más y la sensibilidad parecía que no tocaba fondo en el sentimiento hasta que de un solo golpe, su miedo quedó atrás. El viento sopló y las hojas del libro que tenía se abrieron en una pagina al azar. Leyó esto:
" ...Al final se acercó a mí y paseó un dedo delicadamente por mi cara; allanando las arrugas de la vida al mismo tiempo que mis ojos no se apartaban de los suyos. Sentía como la yema de su dedo se paseaba por mi cuello mientras yo reaccionaba involuntariamente con espasmos llenos de nervios. Se acercó aún más a mí y su aliento me quemaba en el lóbulo de la oreja...deseaba que aquella sensación no nunca tuviese un final. Fué entonces cuando le comprendí a la vez que aumentaban mi lucidez y mi espiritualidad multiplicadas por mil..."
Cerró aquel libro con una leve sonrisa. Miró hacia el horizonte y siguió a una bandada de palomas que jugaban con el viento y la nada; allá donde nacían los sueños de la niñez...


Por Nizna y yo.

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