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En otoño, en la aldea de Lubrito, suelen hacer un campeonato de ajedrez.
Lubrito es una aldea con una amplia arboleda en su entrada y da un sentimiento tan agradable, que estimula los sentidos . En esas fechas asiste gran expectación de gente y su público abarca todas las edades.
Los protagonistas de esta historia no tenían gran interés en competir ni asistir al torneo y decidieron hacer una acampada a las afueras de la aldea. Juan tenía dieciseis años y se pasó la noche anterior con sueños imaginando miles de aventuras que podrían suceder. Poseía una fantasía infinita por disfrutar de la vida y además, acariciaba la aventura de estar lejos de sus padres autoritarios; todo ello suponía alcanzar la gloria en sus manos. Era un chico agradable en el trato además de poseer una sensibilidad fuera de lo común. Su mundo interior era inagotable en todos los sentidos pero, la realidad es que sus padres le traían de cabeza porque le imponían una forma de ser. Sus amigos lo protegían para que no cometiera locuras y todo ese pesar quedara en cosas sin importancia. Juan era un chico que se hacia querer por la gente ya que nadie conocido tenía esa calidad de ser humano.
Felipe de 17 años era el mejor amigo de Juán y siempre se pasaban las horas jugando al call of duty.
Felipe tenía una idea de la vida algo diferente a la de Juán y muchas veces se sentía profundamente solo. La cosa es que Felipe era un chico inteligentísimo y tenía el poder para comprender todos esos secretos que a tantísimos de sus amigos les traían de cabeza. Se puede decir que Felipe era un lider indiscutible y admiraba en secreto la inteligencia emocional de Juan por tener cualidades tan naturales que nadie le enseñaron. Comprender la profundidad de Juan le causaba envidia sana al ver en él un fondo de sabiduría no aprendida. Estaba completamente seguro de encontrar calor en su terrible soledad porque Juan, sin ser conciente de ello, le tendía una mano rápida. En el corazón de Felipe ardía el deseo de ser el mejor en todos los sentidos para desmostrar aquellas cosas que bullían dentro de su ser pues nunca tenían fín. Utilizaba sus armas en hacer logros pero sin ser conciente, dejaba olvidado su mundo emocional...Aquella desazón de soledad era algo inadmisible en el porque tenía esa capacidad de hacer frente a todas esas cosas que nadie era capaz de solucionar. Daría lo que fuera por estar encima de sus sentimientos...de su corazón.
Llegaba la noche y Juan encendió un canuto de marihuana. Los dos se colocaron para llegar a ese trance que tantísimo les gustaba porque Juan, creía tener más razón y Felipe, mejor corazón. El mundo de los sentidos se abría como aquella noche de luna llena y límpias estrellas. De lejos, dos gatos en celo se peleaban y un perro ladraba; un cuco marcaba pausas de tiempo y una pareja se daba besos sonoros muy cerca de ellos.
Felipe:- Esto es gloria verdad Juan
Juan:- ¿Por qué la vida no es nunca así Felipe? Sin gente que discuta ni se mate....con todas las cosas resueltas para vivir bién...pasame otra calada
Felipe:-Admiro a gente como tu. ¿Sabes? he de reconocer que tengo heridas de masoquista porque los sentimientos me parecen que estan solamente hechos para fumar canutos jajajajajajaja
Juan:- Sin embargo a mi me gustaría tener tu razón para entender tantas cosas claras que me siento a veces un imbécil. ¡Oye! Le he quitado a mi padre esta botella de whisky ¿Crees que con la marihuana nos sentará mal?
Felipe:- A este ritmo vamos a morir jovenes pero bien puestos jajajajajajajaa Con el rollo del ajedrez y la puta inteligencia mis padres me han dejado pasar la noche aquí
Juan:- Y yo con el rollo de que sacas buenas notas en el instituto y pareces formal me dejan venir a mí.
Felipe:- Admito que la gente seamos diferentes porque es riqueza...imagínate que todos somos lo mismo pero, ¿porque Diós si existe permite que lo pasemos tremendamente mal con cosas que no tienen solución?me parece estúpido...
Juan:- ¿Qué te parece a tí el ajedrez Felipe?
Felipe:- Es una lucha despiadada. Para mí el ajedrez es echarle huevos y mas huevos a la vida...es algo atrayente y estimula pero, treméndamente agotador. Es una pelea encarnizada contra otro pensamiento que quiere vencerte y yo, la verdad, es que me paso por los cojones a todo kiski jajajajaja pasame otra calada que no esta el horno para bollos. ¿ Y a tí, qué te parece el ajedrez?
Juan:- Me parece el poder en todos los sentidos, algo inalcanzable para el que no tiene voluntad de superarse y, un enigma a cada movimiento...algo que esta cerca de Diós en el saber porque, creo, que todo tiene una explicación fácil pero está tan profunda de nosotros que por ello merece la pena seguir viviendo...Toma este cubata y pasame otra calada que lo mate. ¿ Nos hacemos otro porro?
Felipe:- Me han dicho que la marihuana la toman los enfermos terminales y incluso, se la fuman los medicos y la recetan. Imagínate si la legalizan y vemos a los viejos con cancer en los parques liandose canutos jajajajajaja
Juan:- Qué mala leche tienes a veces Felipe.
La noche pasaba entre risas y carcajadas. La lengua de Juan y Felipe no decía las cosas claras pero hubo un momento de claridad que los hizo entrar en un silencio absoluto. La pareja que se besaba los alertó en sus gemidos: hacían el amor. Los dos chicos asomaron su cabeza por la tienda de campaña quedándose atónitos ante el espectáculo y Felipe le susurró a Juan que descubrir el amor sería más maravilloso que fumarse un canuto a lo que Juan respondió: ¿Sabes que traspasar esa frontera nos haría unos hombres o unos mierdas?. ¿Por qué? le preguntó Felipe y Juan con una sonrisa respondió: Porque para hacer el amor hay que dar la cara en todo y si no fuera así, cambiaría su nombre por follar...una equivocación que nos haría perder esa partida de ajedrez.
El amanecer los encontró a los dos dormidos y el campeonato de ajedrez ya tenia finalistas. El campeonato se prolongó durante toda la noche. Para ellos, la vida tenía el sentido de descubrir cosas a diario y quizás ganar su partida de ajedrez solo era cuestión de dar siempre la cara como lo hicieron aquellos enamorados...
Trollencio y Buscador.
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