domingo, 13 de octubre de 2024

Jeremías Aguirre: El hombre que renació.




Poco a poco mi vida se derrumba.

Hace un año sentí que mi dedo meñique izquierdo perdía sensibilidad. No le eché cuentas, a mi edad es corriente que salgan goteras y que se duerma un dedo no es de una gran preocupación. Pasaron los días y los dedos de mi pie derecho también se duermen. Pasan las semanas y se me duerme una rodilla, pasan los meses y pierdo sensibilidad en la piel. Así como quien no quiere la cosa, fui al médico y me hizo un análisis de sangre que dio negativo pues todo estaba correcto. Me derivó al neurólogo y este, perdido en el diagnóstico, me dio cita para para un escáner en medicina nuclear. Sin embargo todo esta bien pero yo voy perdiendo facultades poco a poco y menos el índice de mi mano izquierda y derecha, los demás dedos han fallecido. Mis facultades han ido mermando como las hojas secas de los árboles en otoño. Especialistas de todo tipo se han interesado en mi caso pero no dan con el mal. Desde hace dos semanas no puedo hacer el amor y mi mujer ha pasado a ser una viuda en vida. Camino renqueando por la calle, mi cabeza no la puedo sujetar y la mandíbula se me ha quedado abierta sin poder comer correctamente y de todo esto, ya ha pasado un año. Mi cabeza funciona y los dos índices de las manos aun funcionan. A todo esto mi mujer se ve con un tipo a escondidas que entra por la madrugada en mi casa y yo lo se porque aun escucho desde mi cuarto acondicionado a mis facultades. Ayer se me cerró un párpado y temo ya por mi ceguera, mi voz también se apaga pero la fluidez con que pienso mejora cada día mas y mas para razonar como nunca lo hice...Tengo una enfermedad rara; de esas que no tienen cura ni historial médico pero mi mujer ya pasa de mi y de mi enfermedad. Espera a que me muera y la deje tranquila mientras la escucho fornicar al otro lado de la casa. Es menester ser cornudo y no poder hacer nada. La vida a veces es cruel.


                                                      Al día siguiente.

Llaman a la puerta de mi casa y entra un doctor al cual no conozco. Se le ve feliz pues trae noticias positivas ya que ha dado con el antídoto de esta enfermedad. A veces los milagros suceden y la flauta suena por casualidad. Yo aun veo por un ojo y mi mujer me mira llena de estupor pues sus planes de futuro fracasarán. En mi brazo derecho una enfermera conecta una vía para su ministrarme un suero y dice que en cuestión de una hora, volveré a ser quién era y en efecto así es. Al cabo de una hora salto de la cama como los niños inquietos que reciben regalos por Reyes Magos y me lanzo al cuello de mi mujer que corre por toda la casa dando gritos. Las visitas no terminan y a mi casa también llama la justicia para decirme que han intentado envenenarme y que muy probablemente es mi mujer. Ella, sumida en un llanto, se declara culpable porque dice que es insufrible vivir conmigo. A todo esto entran mis padres, mis hermanos, mis suegros y los vecinos de la calle que a su vez dan paso a la televisión local para hacer un reportaje sobre mi extraño caso...En directo y yo en camisón sin ropa interior, mi mujer me pide perdón. Todo se hace silencio cuando del cuarto trastero que hay dentro de la casa, sale el amante de mi mujer que se había escondido. Parece como ido y sin movilidad alguna pues se ha suministrado el veneno que me daban viéndose perdido. Allí muere con espasmos por una dosis alta. Nada se puede hacer por el ni por mi mujer que se desploma en el suelo y pierde el sentido.

De esta manera mi vida vuelve a comenzar sin comerlo ni beberlo. Soy conocido en todo el mundo y me gano la vida dando conferencias en las universidades pero mi pasado, ese pasado, me persigue como un fantasma en la oscuridad...


2 comentarios:

Campirela_ dijo...

Desde luego no creas que enfermedades raras hay muchas y envenenamientos de la índole descrita tan bien por desgracia. ficcion que bien pudiera ser real.
Un abrazo.

Susana Moreno dijo...

Una historia terrible. Un beso