miércoles, 9 de octubre de 2024

La locura de un juego




La naturaleza humana esconde detrás de un gesto o una mirada, la eclosión de una guerra...

Eran rusos y enemigos hasta la saciedad.  El Nº1 pasaba de uno a otro en cada partida de ajedrez así como un enfrentamiento arrebatador que no era psicológico sino físico también. Se estudiaban al detalle en cada movimiento, en cada gesto, en cada vacilación. Se sabían de todos sus traumas, manías, test de inteligencia o la forma de caminar: Eran como el perro y el gato pero implacables como jugadores de élite. En entrevistas televisivas, radio o periódicos, siempre decían ser los números unos en el ajedrez; daban miedo al saber de ellos hasta donde puede llegar el pensamiento humano...

Llegaba la cita del nuevo campeonato del mundo. Contaban con un ejercito de asesores que los ayudaban mejorar a cada imperfección. El día de antes ya estaban intranquilos como leones hambrientos que pasean de un lado a otro metidos en una jaula. A veces era corriente que se tiraran a las manos durante la partida a pesar de tener un autocontrol fuera de serie; inaudito.

Todo el mundo estaba el día de la partida pendiente del televisor. El escenario era en un centro militar de Siberia. Cerebros de toda Rusia estudiarían al  mínimo detalle cada una de sus acciones durante la partida por ser de un interés militar; era como ver a dos personas energúmenas cuya sola arma sería la mente...

Y comenzó la partida estrechándose la mano de forma fría sin apartarse la mirada.

Pasada una hora la tensión subía y subía como la espuma; era el momento justo para iniciar la guerra psicológica en toda su profundidad. Simulaban tranquilidad pero por dentro el odio ardía como una llama. En un momento, Ivanov levantó una ceja y Androv, apretó los labios; eso significaba la guerra total. Pidieron un descanso antes de continuar y se lo concedieron.

Cada uno fue a su camerino y pidieron estar solos sin los consejeros. Los dos tuvieron la misma idea descabellada porque esa partida nunca llegaría a su fin.

De regreso al juego se volvieron a mirar fríamente. Uno levantó la ceja y el otro apretó los labios. Cada cual sacó de su chaqueta una pistola disparándose de muerte ante el estruendo de todo el mundo...

Pasó desde entonces mucho tiempo hasta que en la naturaleza humana, ese binomio se volviera a repetir...




3 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Espero que no acaben así. Un beso

Juvenal Nunes dijo...

Foi, o que se pode dizer, um duelo fora de época, mas que teve consequências trágicas.
Abraço de amizade.
Juvenal Nunes

Campirela_ dijo...

Duro texto, un abrazo.