lunes, 22 de diciembre de 2025

Un pequeño dolor

 

 

 Desde pequeño siempre he tenido un dolorcito. No se de donde viene pero me ha acompañado durante toda la vida. No es fuerte como para no poder hacer mi vida diaria y tampoco menor para que lo tenga en el olvido. He vivido con el desde creo que a los 7 años. Una vez me disloqué una muñeca y aquel dolor era gemelo al que siento pero, claro está, la muñeca dolía mas...Un día fui al médico y le consulte sobre este dolor. Don Sebastián se interesó como médico y como amigo; me dijo que aquello era tremendamente interesante y hallar la solución era poco menos que encontrar una aguja en un pajar. Mi hicieron pruebas de todas las clases y me hicieron preguntas de todos los colores sin desechar mi vida sexual pero, no encontraron indicios sobre la manera de quitarme ese dolor...

Soy un hombre sensible; casi superdotado pues he demostrado hacer cosas que pocas personas son capaces de hacer. Me enamoré de una chica inteligente. Estuvimos de novios 7 años y yo creo que al contarle sobre mi dolor, ella tuvo pena de mi y por eso se casó conmigo. Este dolor es mi sombra. En el altar de la iglesia donde me casé, al hacer el amor con mi mujer, al conocer a mi hijo cuando nació y hasta en el sepelio de mi madre, este dolor siempre me ha acompañado. Mi padre murió cuando tenía 7 años. Lo quería profundamente; no había persona que lo superara en habilidades y me contaba los cuentos mas fantásticos que un niño pudiera escuchar pero, mi padre murió y yo nunca le perdoné; entonces, apareció mi dolor.

Lo he confesado, me han hecho miles de pruebas pero llevo 73 años con esta condena. Mi padre me tomaba la mano y con la yema de sus dedos, me hacía cosquillas en la palma de la mía para decirme que todo iba bien y yo sonreía. El día de su muerte, un minuto antes me tomó de la mano para tranquilizarme de mi angustia pero, murió cuando yo mas lo necesitaba...

A partir de entonces mi vida ya no era la misma y dio un giro de 180º: Lo pasé mal. Estuve mas de un mes sin hablar con nadie y el dolor apareció. Mi madre estaba tan afectada como yo. Me dio un tiempo para que mi luto pasara ero ese dolor se instaló en mi y nunca me ha dejado. Ya tengo 80 años. Tengo tres hijos y un cáncer con metástasis. Sin embargo mi amigo el dolor no me ha dejado ni un momento. Mi hijo me tiene cogida la mano para que yo sienta que no estoy solo. Entonces, con la yema de mis dedos le acaricio y le hago cosquillas en la palma de mi mano.

Una ventana se abre en mi corazón y veo a mi padre que viene por mi. Me toma de la mano y con la yema de sus dedos me acaricia la palma. Justo en ese momento, mi dolor desaparece...

 

 

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